“No la dejan salir”, “cambió desde que está con él”, “antes era más alegre”. Seguro escuchaste frases así. Pero lo que parece una simple transformación en la dinámica de una pareja, muchas veces esconde una verdad más compleja: la manipulación en el contexto de relaciones tóxicas. ¿Por qué cuesta tanto identificarla? ¿Y por qué es tan difícil salir?

La manipulación no siempre es obvia. De hecho, uno de sus rasgos más peligrosos es su sutileza. Según el estudio “Coercive Control in Intimate Partner Relationships” de la Universidad de Durham, el control coercitivo es una forma de abuso psicológico diseñado para minar la autonomía y autoestima de la víctima sin recurrir necesariamente a la violencia física.
Una pareja manipuladora no empieza prohibiendo salidas o controlando el celular desde el primer día. Lo hace ganando confianza, estableciendo dependencia emocional y distorsionando la realidad para hacer sentir culpable a la otra persona. El “te necesito”, se convierte en “sin mí no sos nadie”.
¿Por qué no se va?
Es común preguntarse por qué alguien permanece en una relación así. Pero esa pregunta, sin contexto, invisibiliza el daño. La manipulación emocional debilita progresivamente la capacidad de tomar decisiones. La víctima puede experimentar lo que se llama “disonancia cognitiva”: saber que algo no está bien, pero no poder actuar por miedo, culpa o dependencia emocional.
Un informe de la OMS de 2021 reveló que 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja, pero muchas no lo denuncian ni lo abandonan por razones económicas, familiares o psicológicas. La manipulación es una de las principales causas de ese silenciamiento.
Las señales de alerta
No siempre se trata de gritos o golpes. Las parejas manipuladoras pueden:
- Aislar a la persona de su red de apoyo
- Minimizar sus logros o emociones
- Hacerla sentir culpable constantemente
- Controlar decisiones cotidianas (ropa, amistades, dinero)
- Cambiar entre afecto extremo y frialdad sin explicación
Reconocer estas señales es el primer paso para romper el ciclo.
Llamar las cosas por su nombre importa. La manipulación es una forma de violencia que debe ser visibilizada desde la ética pública y el periodismo feminista, no con prejuicios ni estigmas, sino con datos, enfoque de género y escucha activa. Si te preguntás “¿por qué no sale?”, tal vez la mejor pregunta es: ¿qué está haciendo el entorno para que pueda salir? Porque sí, se puede. Pero no se hace sola.
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