¿Puede una ley detener una bala? ¿Es suficiente una sentencia de pocos meses cuando solo 3 de 27 denuncias por violencia política de género son acreditadas? Estas preguntas no son retóricas: en Veracruz, donde la violencia de género sigue escalando en 2025, son el reflejo de una crisis estructural que afecta todos los niveles de la vida pública y privada. La violencia de género en Veracruz se intensifica, y entender su dimensión es fundamental para exigir respuestas.

Se han encendido las alarmas: la violencia de género en Veracruz no para de aumentar. Entre 2018 y enero de 2024, el estado acumuló 404 feminicidios, posicionándose como una de las entidades con mayor incidencia en todo el país. Solo en 2024 se registraron al menos 51 casos, situando a Veracruz en el cuarto lugar nacional. Y la tendencia no mejora: según datos del Secretariado Ejecutivo, los delitos contra la familia crecieron un 17.9 por ciento y los de género un 42 por ciento sólo entre mayo y junio de 2025.
Este panorama de violencia contra las mujeres incluye desde asesinatos hasta agresiones físicas, abuso sexual y violencia institucional, afectando a niñas, adolescentes y adultas por igual. La impunidad sigue siendo el hilo conductor: aunque el Instituto Municipal de la Mujer (IMMUVER) atiende entre 35 y 40 denuncias mensuales, apenas entre 12 y 15 llegan a sentencia.
Violencia de género en Veracruz: más allá de las cifras
La violencia no solo ocurre en la calle o en el hogar. También se infiltra en las instituciones. De enero a junio de 2025, la Secretaría de Educación de Veracruz recibió 36 quejas por violencia de género entre su personal, reflejo de un problema persistente incluso en sectores encargados de formar a nuevas generaciones.
En el Congreso estatal se han dado pasos importantes: en marzo se aprobó sancionar la violencia vicaria, con penas de 2 a 6 años de prisión. Además, está en discusión una reforma que reconoce la identidad de género como parte del marco legal. Sin embargo, los colectivos feministas advierten que las leyes no son suficientes si no se traducen en acciones efectivas.
Violencia política y proceso electoral en tensión
Veracruz es el segundo estado del país con más casos de violencia política por razón de género. Funcionarias municipales enfrentan obstrucción en sus funciones, amenazas y acoso. Entre abril y mayo, dos candidatos (Anuar Valencia y Yesenia Lara) y una fotógrafa fueron asesinados en ataques armados, lo que llevó al despliegue de más de 3 mil 800 elementos de seguridad el día de las elecciones. Hacen falta acciones como:
- Asesoría legal y emocional especializada
- Implementación real de leyes existentes
- Sanciones efectivas a quienes obstaculizan la participación política de mujeres
- Campañas educativas que rompan el silencio y prevengan la normalización
- Protocolos de protección diferenciada para mujeres candidatas y funcionarias
Un problema estructural que no puede ser ignorado
La violencia de género en Veracruz no es un fenómeno aislado, sino un reflejo de desigualdades profundamente arraigadas. Aunque hay avances legislativos y más visibilidad, la respuesta estatal todavía está lejos de ser suficiente. La urgencia no es solo mediática: es vital. Combatir esta violencia exige voluntad política, recursos y una ciudadanía informada y exigente.
Frente a este panorama alarmante, Veracruz ha comenzado a activar mecanismos institucionales para enfrentar la violencia de género, desde la instalación de comisiones estatales hasta unidades especializadas en fiscalía y poder judicial, además de herramientas tecnológicas como la app “Veracruz Mujer Alerta”.
La existencia de estos mecanismos bastará si se traducen en acceso real a la justicia, atención digna para las víctimas y una transformación cultural profunda. Lo que está en juego es la vida de las mujeres. Por eso, más allá de los marcos normativos, se necesita una implementación efectiva, acompañamiento continuo y la exigencia ciudadana para que cada política pública se convierta en una respuesta concreta. Solo así, lo que hoy son cifras de horror, pueden comenzar a revertirse en historias de justicia.
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