¿Por qué si la mayoría de quienes viven con esclerosis múltiple son mujeres, su atención médica sigue siendo desigual y deficiente? Esta pregunta, que se repite entre pacientes, familiares y activistas, revela una de las caras menos visibilizadas de la inequidad de género en salud. La atención médica para mujeres con EM no solo presenta retos clínicos, sino barreras estructurales y culturales que requieren una mirada interseccional urgente.

En México, según la Asociación Mexicana de Esclerosis Múltiple (AMEM), al menos setenta por ciento de las personas diagnosticadas con EM son mujeres, muchas de ellas jóvenes de veinte a cuarenta años. Sin embargo, diversos estudios y testimonios coinciden en que acceder a un diagnóstico oportuno, tratamientos adecuados y seguimiento especializado sigue siendo un desafío.
Uno de los principales problemas es el retraso en el diagnóstico. Según datos de la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple, el promedio de espera entre la aparición de síntomas y el diagnóstico puede llegar a los tres años. En mujeres, este retraso suele deberse a la minimización de sus síntomas o a su atribución a causas emocionales, lo cual refleja sesgos de género en el sistema de salud.
Obstáculos en el tratamiento y atención médica para mujeres con EM
La atención médica para mujeres con EM no se reduce al acceso físico a hospitales o clínicas, sino que abarca la calidad del servicio, el trato recibido y la adecuación de los tratamientos a sus necesidades específicas. El tratamiento para mujeres con EM enfrenta múltiples barreras. Entre ellas:
- Invisibilización de factores hormonales. La EM puede agravarse en momentos de cambio hormonal, como la menstruación, el embarazo o la menopausia. Sin embargo, estos factores rara vez se consideran al diseñar los esquemas de tratamiento. La falta de investigación con enfoque de género agrava esta situación.
- Desigualdad económica y cobertura médica. En México, muchas mujeres no cuentan con seguridad social ni acceso a medicamentos de alto costo. Los tratamientos modificadores de la enfermedad (como interferones o anticuerpos monoclonales) pueden ser inaccesibles si no se dispone de una cobertura adecuada. Esto limita el servicio médico para mujeres con EM, particularmente en zonas rurales o marginadas.
- Carga de cuidados y tiempo personal. Las mujeres con EM suelen asumir también labores de cuidado no remunerado, lo que dificulta asistir a consultas, rehabilitación o espacios de contención emocional. La falta de políticas públicas que consideren esta doble carga agrava su situación.
El camino hacia una atención médica con perspectiva de género
Cerrar la brecha en la atención médica para mujeres con EM implica reconocer estas barreras estructurales y adoptar políticas integrales: mayor capacitación con enfoque de género en profesionales de salud, acceso equitativo a tratamientos y programas de apoyo psicosocial.
Para que la salud deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho real, necesitamos seguir hablando, visibilizando y exigiendo. Porque mientras la atención médica no contemple las experiencias específicas de las mujeres con EM, la equidad seguirá siendo una promesa lejana.
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