¿Sabías que para muchas mujeres en zonas rurales, menstruar puede ser tan desafiante como enfrentar un diagnóstico de cáncer de mama? A simple vista, podrían parecer temas distintos, pero en la vida cotidiana de miles de mujeres rurales, ambas situaciones se entrelazan como parte de un mismo problema estructural: la desigualdad en el acceso a la salud y a una menstruación digna.

La pobreza menstrual es una realidad que viven las mujeres en zonas rurales. Implica falta de acceso a productos de higiene, agua potable, información y espacios seguros durante la menstruación. En México, el 43 por ciento de niñas y adolescentes han faltado a la escuela por no tener toallas sanitarias o un espacio adecuado para cambiarse, según un informe de 2021 de UNICEF México. Esta situación se agrava en comunidades rurales, donde las brechas educativas y sanitarias son mayores.
Además, muchas mujeres usan trapos o papel periódico por no poder costear productos adecuados, lo que aumenta el riesgo de infecciones. La falta de servicios básicos como agua potable o baños dignos dificulta aún más vivir una menstruación sin riesgos ni vergüenza.
Cáncer de mama: detección tardía y falta de atención para mujeres en zonas rurales
El cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Aunque su detección temprana mejora las probabilidades de sobrevivencia, las mujeres en zonas rurales enfrentan la falta de servicios médicos especializados y la distancia a hospitales que impiden el diagnóstico oportuno.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022 murieron más de 7,800 mujeres por cáncer de mama en México. Muchas de estas muertes podrían haberse evitado con acceso a estudios preventivos como mastografías, pero la mayoría de las unidades móviles no alcanzan a cubrir regiones remotas de manera regular.
¿Cómo se conectan estos dos problemas?
La conexión entre pobreza menstrual y cáncer de mama está en la falta de políticas públicas integrales que atiendan la salud de las mujeres rurales desde una perspectiva de derechos humanos. Sin una red de atención médica, educación sexual y reproductiva, ni acceso a productos básicos, las mujeres enfrentan obstáculos constantes para ejercer su derecho a una salud digna.
Ambos problemas evidencian una deuda histórica: mujeres en zonas rurales que viven entre el estigma, el silencio y el abandono institucional.
¿Qué se puede hacer?
- Impulsar políticas que garanticen el acceso gratuito a productos de higiene menstrual.
- Ampliar las campañas de detección de cáncer de mama en zonas rurales.
- Escuchar a las mujeres rurales y poner sus voces al centro del diseño de soluciones.
Combatir la pobreza menstrual y el cáncer de mama no es solo una cuestión de salud, es una cuestión de justicia social. ¿Hasta cuándo las dejaremos solas?
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