¿Puede el deporte transformar la realidad de niñas y mujeres? Con la Copa Mundial Femenina de la FIFA llegando a México en 2031, esta pregunta cobra nueva fuerza. Por primera vez en la historia, nuestro país será coanfitrión del torneo más importante del fútbol femenil junto a Estados Unidos. La noticia no solo marca un hito deportivo. También anuncia una oportunidad única para impulsar la equidad de género desde las canchas.

En un país cuya afición futbolera aclama nombres masculinos e invisibiliza a las grandes atletas, la elección de sede para mundial femenil no pasa desapercibida. La Copa Mundial Femenina de la FIFA 2031 fue confirmada por la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) tras una reunión de dueños de la Liga MX. México y Estados Unidos compartirán la organización del evento con paridad en el número de partidos, aunque aún no se han anunciado las sedes específicas. Este logro llega después de que ambos países decidieran retirar su candidatura conjunta para el Mundial de 2027 y enfocar sus esfuerzos en una propuesta más sólida y planificada para 2031.
El torneo crecerá significativamente en esta edición: por primera vez contará con 48 selecciones participantes. Esto representa un salto importante en la visibilidad y profesionalización del fútbol femenil a nivel global, y en especial dentro de la región de Concacaf.
La Copa Mundial Femenina de la FIFA como motor de cambio
La Copa Mundial Femenil en territorio mexicano no es solo una celebración deportiva: es una plataforma para el cambio social. Este evento puede convertirse en un catalizador para aumentar la inversión en infraestructura deportiva con perspectiva de género y fortalecer programas formativos para niñas futbolistas.
La coorganización también representa una oportunidad para que México reafirme su compromiso con el desarrollo del fútbol femenil, no solo en lo profesional, sino también desde la base. Apostar por el deporte femenino es también apostar por espacios de autonomía, liderazgo y participación para las mujeres en todos los niveles.
Legado e impacto más allá del torneo
Más allá del espectáculo, el Mundial Femenil 2031 puede dejar un legado duradero si se acompaña de políticas públicas que garanticen igualdad de condiciones en el acceso, promoción y profesionalización del fútbol femenil. Es fundamental que este impulso no se limite a lo mediático, sino que se traduzca en recursos, formación y oportunidades reales para jugadoras, entrenadoras y gestoras deportivas.
Con el anuncio de la Copa Mundial Femenil de 2031 en México, el país se posiciona en un lugar clave dentro del panorama deportivo internacional. Pero más importante aún: se abre la puerta a nuevas generaciones de niñas que podrán soñar —y trabajar— con la posibilidad de jugar en casa el torneo más importante del mundo. La Copa Mundial Femenina de la FIFA no solo vendrá con goles, sino con esperanza.
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