¿Por qué celebramos el Día del Escritor en Argentina, pero rara vez mencionamos a las mujeres escritoras que construyeron nuestra literatura en silencio? Esta efeméride, aunque importante, abre un interrogante más profundo: ¿quiénes han sido realmente reconocidos por su escritura a lo largo de la historia?

Cada 13 de junio se conmemora el Día del Escritor en homenaje a Leopoldo Lugones, nacido ese día en 1874 en Villa María del Río Seco, Córdoba. Figura clave del modernismo en español, Lugones fue un escritor polifacético: poeta, ensayista, periodista, historiador, diplomático y fundador de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1928. Su obra sentó las bases de la literatura nacional e institucionalizó la figura del escritor como agente cultural.
Instituciones culturales, bibliotecas y centros literarios suelen organizar charlas, lecturas y talleres. Pero, incluso en un día de celebración, el eco de las mujeres silenciadas en un sector dominado por el varón resuena. Rara vez se problematiza quiénes han quedado fuera y por qué.
Día del Escritor: lo que no se dice sobre las mujeres escritoras
Históricamente, las mujeres escritoras enfrentaron múltiples barreras para acceder al mundo literario. En muchos casos debieron publicar con seudónimos masculinos, ocultar su identidad o resignarse al anonimato. No fue una excepción: fue la norma.
Virginia Woolf, en su ensayo Una habitación propia, expuso con claridad que a las mujeres les faltó tiempo, espacio y recursos para crear. Y, cuando lograban escribir, eran juzgadas desde estereotipos o invisibilizadas. Esta práctica no ha desaparecido: aún hoy, las obras de autoras reciben menos reconocimiento, menos citas académicas y menor difusión.
El efecto Matilda: invisibilización sistemática
El efecto Matilda —concepto que visibiliza cómo los logros de mujeres en ciencia y cultura fueron atribuidos a varones— también afecta a las letras. Ejemplos sobran: desde mujeres cuyas obras fueron publicadas bajo otros nombres hasta quienes desaparecieron de los libros de texto. Un dato impactante lo confirma: solo el 7,6 por ciento de las referencias literarias escolares corresponden a autoras.
En América Latina, escritoras han denunciado además acoso laboral, redes literarias masculinizadas y dificultades para publicar o ser leídas. Como señaló Dina Meza, periodista hondureña: “Ser mujer en Honduras es por sí mismo un obstáculo. Incluso los espacios literarios están copados por hombres.”
Hacia una celebración que también nombre a las autoras
Reconocer estas brechas no es atacar la literatura, sino hacerla más justa. Movimientos como #NoMoreMatildas y plataformas como Hablemos, escritoras o Escritoras Mx trabajan activamente para difundir voces femeninas. Porque hay muchas autoras que escribieron —y escriben— a pesar de todo.
El Día del Escritor debe ser también el día para visibilizar a quienes fueron silenciadas. Porque la historia literaria está incompleta si no incluye a todas las voces.
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