¿Sabías que el simple hecho de ser mujer puede influir en la calidad de atención médica que recibes? No se trata sólo de biología, sino también de desigualdades históricas. Entender el derecho a la salud con perspectiva de género es clave para visibilizar esas brechas, y trabajar por una atención más justa y equitativa. Aquí te contamos qué significa realmente y por qué es tan urgente que se garantice.

El derecho a la salud con perspectiva de género reconoce que mujeres y hombres no viven la salud de la misma manera. No solo porque sus cuerpos son diferentes, sino porque las condiciones sociales, culturales y económicas influyen en su bienestar. Esta perspectiva exige que el sistema de salud tome en cuenta esas desigualdades: que entienda, por ejemplo, cómo los estereotipos afectan el diagnóstico de enfermedades o cómo el machismo puede limitar el acceso a los servicios de salud.
El enfoque en México: programas y retos
En México, el Programa de Igualdad de Género en Salud busca reducir el impacto negativo de los roles de género tradicionales. Este plan promueve una atención médica que respete las necesidades específicas de cada persona, sin reproducir discriminaciones. Además, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México ha exhortado a las instituciones sanitarias a prevenir el acoso y la violencia dentro de los servicios médicos.
Este enfoque no es una moda ni una ideología: es una política pública basada en derechos humanos. Reconoce que para garantizar una salud plena, no basta con ofrecer atención médica; es necesario hacerlo desde el respeto, la equidad y la inclusión.
Hacia un verdadero derecho a la salud con perspectiva de género
Implementar el acceso a la salud con perspectiva de género significa transformar la forma en que se organizan los servicios médicos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que alcanzar la igualdad de género en salud requiere eliminar barreras, no solo físicas, sino también sociales. Por ejemplo, asegurar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, y ofrecer información clara, libre de prejuicios.
Esto también implica reconocer y corregir las brechas históricas en el tratamiento de enfermedades que afectan principalmente a mujeres, como la endometriosis o las enfermedades autoinmunes, que muchas veces se subestiman o se diagnostican tarde.
¿Y por qué importa tanto?
Porque sin equidad en salud, no hay justicia. El derecho a la salud con perspectiva de género no solo beneficia a las mujeres, sino que mejora la calidad del sistema en su conjunto. Una atención que escucha, respeta y comprende las realidades diversas de quienes la reciben, es una atención más humana, eficaz y digna.
Para lograrlo, es indispensable que el acceso a los servicios de salud se garantice sin discriminación, y que cada persona pueda ejercer su derecho a estar sana en condiciones de igualdad.
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