Ya sea en pantalla, en teatro o en rutinas de formato stand up, los discursos de violencia se disfrazan de humor.

En México, cuando se dice la palabra “comediante” lo más normal es que se piense en hombres que desempeñen esta profesión. Siendo un sector escénico y cinematográfico dominado por la presencia masculina, la posibilidad de que haya discursos de violencia de género dentro de los monólogos o trabajos en general es mayor.
Para entender mejor esto, hay que tomar en cuenta la definición de la comedia en formato stand up. Se trata de un monólogo cuyo objetivo es hablar desde un enfoque humorístico de las vivencias del día a día. Pero también, como menciona la comediante feminista Itzel Arcos, es una postura política.
Desde chistes cargados de discriminación y prejuicios, burlas a personas en el público, hasta comentarios fuera del escenario y plasmados en redes sociales, la comedia contribuye considerablemente a la normalización de la violencia machista, lo que resulta inquietante en un país en el que más del 40% de las mujeres ha vivido alguna manifestación de ésta antes de cumplir los 15 años.
Si bien el humor puede ser una herramienta poderosa para cuestionar y visibilizar problemáticas, también puede perpetuar estereotipos y violencias cuando no se ejerce con responsabilidad. Por ello, es necesario fomentar un espacio en el que la comedia. No solo haga reír, sino que también genere conciencia y contribuya a la construcción de una sociedad más equitativa e inclusiva.
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