En las últimas décadas, la presencia de mujeres en la política global ha crecido significativamente, desafiando barreras históricas y promoviendo cambios en sus países y en la escena internacional.

En México, Griselda Álvarez Ponce de León fue quien hizo historia al convertirse en la primera mujer electa para gobernar un estado en 1979. Actualmente nuestro país es gobernado por una mujer presidenta, lo que igualmente marca un antes y después en la historia mexicana. Aunque los avances en la presencia femenina dentro de la política global han sido innegables, la paridad de género está aún lejos.
ONU Mujeres presenta cifras que reflejan que únicamente 18 países son regidos por una gobernadora de estado. Lo que resulta confuso tomando en cuenta que, como menciona Karolina Gilas, académica de ciencias políticas de la UNAM, las mujeres que se postulan a cargos públicos tienen trayectorias notables y formación más completa.
De los 22 países que han superado el 40 por ciento de representación femenina en la política, muchos son de América Latina y Europa. En ellos las servidoras públicas alcanzaron logros notables, como la mejora de sistemas de cuidados y la integración de mujeres a los mercados.
De acuerdo con los datos de la ONU, presentados por la académica de la Universidad Nacimiento Autónoma de México, cuando en las negociaciones internacionales hay mujeres involucradas hay un 35% más de probabilidades de alcanzar tratados de paz.
Logros a lo largo de la historia
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el incremento de participación de mujeres en la política ha sido paulatino. Pero especialmente en el ámbito legislativo de las administraciones se ha notado el cambio, especialmente en México, Suecia y Ruanda, pues se busca la representación igualitaria.
Aunque existen logros y avances considerables, la equidad de género en la política sigue siendo un reto a nivel mundial. Diversos estudios indican que la inclusión de mujeres en posiciones de poder no solo fortalece la democracia, sino que también impulsa la creación de políticas más equitativas y sostenibles. No obstante, para lograr una representación balanceada, es necesario continuar eliminando obstáculos tanto estructurales como culturales. En este sentido, es crucial promover iniciativas que faciliten el acceso de más mujeres a espacios de toma de decisiones. Esto con el objetivo de que la equidad de género en la política se convierta en una realidad y no en una excepción.
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