La marcha feminista ha sido estigmatizada por años. Esto es bajo los prejuicios de que las militantes son violentas, que la iconoclasia es vandalismo o que se trata de una movilización motivada por el rencor y el odio. Muchas veces no se muestra el verdader significado. Aquí te contamos de las más recientes muestras de sororidad en el 8M.

El 8 de marzo, miles de mujeres toman las calles en la marcha del Día Internacional de la Mujer. Pero, más allá de las consignas y pancartas, hay gestos de sororidad que fortalecen el movimiento. ¿Cuáles son esos momentos de sororidad en el 8M que hacen la diferencia?
En la multitud, no todas se sienten seguras. Muchas asisten por primera vez o llevan historias de violencia a cuestas. Un simple abrazo, tomar de la mano a otra mujer o compartir palabras de aliento pueden transformar la experiencia. La solidaridad entre mujeres se refleja en estos gestos de empatía y cuidado mutuo.
Protección ante el peligro
Las mujeres se organizan en círculos de protección cuando hay riesgo de represión o violencia. Se alertan unas a otras, comparten números de emergencia y crean rutas seguras para salir si es necesario. La sororidad en el 8M también se extiende a quienes más lo necesitan. Un ejemplo es lo que ocurrió en la marcha en CDMX, cuando una niña de 4 años se perdió entre la multitud. En un acto de sororidad y cuidado colectivo, las manifestantes guardaron silencio y se agacharon hasta que la pequeña apareció. Gracias a Lucía Escobar (@liberalucha), la historia se viralizó, mostrando la fuerza de una comunidad que se protege y acompaña en todo momento.
Compartir recursos
Desde agua hasta toallas sanitarias, las feministas se apoyan en la marcha compartiendo lo que tienen. Algunas reparten cubrebocas, otras prestan plumones para escribir consignas o ayudan a reparar pancartas rotas. Estos pequeños actos construyen comunidad y refuerzan la lucha conjunta.
Contención ante la emoción
El 8M es una fecha cargada de emociones. Muchas lloran al recordar sus propias experiencias o al escuchar las de otras. En estos momentos, un círculo de abrazos, escuchar sin juzgar o simplemente estar presente es un acto de sororidad invaluable.
La sororidad en el 8M no termina cuando la marcha acaba. Muchas continúan en redes de apoyo, difundiendo información, organizando colectas o brindando acompañamiento legal y emocional a quienes lo necesitan. La solidaridad es el motor que mantiene vivo el feminismo.
El 8 de marzo no es solo una fecha, es un recordatorio de que la lucha es colectiva. Y en cada gesto de sororidad, se construye un mundo más justo para todas.
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