En diferentes rincones del mundo, mujeres de diversas comunidades están al frente de una batalla crucial: proteger el planeta y defender la justicia social. Pero, ¿por qué el feminismo y la ecología están tan entrelazados? ¿Qué papel juegan las mujeres en la lucha ambiental? La respuesta nos lleva al corazón del feminismo ecológico.

El feminismo ecológico es un movimiento que vincula la opresión de las mujeres con la explotación de la naturaleza. Surgió en los años 70, cuando feministas y ecologistas comenzaron a destacar cómo el patriarcado y el capitalismo han contribuido a la crisis ambiental. Esta corriente sostiene que la degradación del medio ambiente y la desigualdad de género son dos caras de la misma moneda.
Liderazgo en comunidades indígenas y rurales
Las mujeres, especialmente en comunidades indígenas y rurales, han sido defensoras históricas de la tierra y los recursos naturales. En América Latina, activistas como Berta Cáceres han enfrentado grandes peligros para proteger bosques y ríos del extractivismo.
En 2020, se registraron 15 asesinatos de defensoras ambientales en la región, siete de ellas indígenas. En México, en 2022, hubo 197 agresiones contra defensores ambientales, afectando mayormente a pueblos indígenas, con 24 asesinatos documentados. El asesinato de Berta Cáceres en 2016 simboliza la violencia contra quienes protegen el territorio. Destacan liderazgos como el de Nemonte Nenquimo, quien logró proteger 200,000 hectáreas de la Amazonía ecuatoriana. Estos casos reflejan su valentía y los desafíos que enfrentan.
Organizaciones lideradas por mujeres promueven prácticas sostenibles y exigen políticas climáticas justas. En movimientos como Fridays for Future, figuras como Greta Thunberg han amplificado el llamado a la acción urgente contra el calentamiento global.
La conexión entre la explotación ambiental y la violencia de género
El ecofeminismo señala cómo las industrias extractivas afectan desproporcionadamente a las mujeres, exponiéndolas a despojo territorial y violencia. La falta de acceso a recursos naturales también agrava las condiciones de desigualdad.
Para combatir estas problemáticas, el feminismo ecológico propone:
- Apoyar economías sostenibles lideradas por mujeres.
- Promover políticas ambientales con equidad de género.
- Visibilizar y proteger a defensoras ambientales.
El feminismo ecológico no es solo una teoría, sino una realidad en constante evolución. A medida que las mujeres continúan liderando la lucha por la justicia ambiental, nos enfrentamos a una pregunta clave: ¿estamos dispuestos a cambiar nuestra relación con la naturaleza y el sistema que perpetúa su destrucción?
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