El trabajo de cuidados en México es una realidad cotidiana, pero muchas veces invisible. Las tareas de cuidado afectan la igualdad de género y el desarrollo económico del país, situación que afecta principalmente a las mujeres, quienes asumen la mayor parte de estas responsabilidades. ¿Sabías que el trabajo de cuidadoras es uno de los principales factores que perpetúa la brecha de género en la economía mexicana?

El trabajo de cuidadoras refuerza los estereotipos de género y perpetúa la desigualdad en diversos ámbitos. Tradicionalmente, se espera que las mujeres asuman este tipo de tareas. Esto limita su acceso a otros trabajos remunerados y perpetúa la idea de que el cuidado es una responsabilidad exclusivamente femenina. Este fenómeno crea una doble carga para muchas mujeres. Ser responsables del hogar y de la crianza, mientras enfrentan obstáculos para ingresar o avanzar en el mercado laboral.
En México, las mujeres realizan el 72% del trabajo no remunerado, lo que representa el 26.3% del PIB. Si se reconociera y remunerara adecuadamente, el PIB podría aumentar en 6.9 billones de pesos en los próximos 10 años. A pesar de esto, la participación económica de las mujeres en México es sólo del 46%, por debajo del promedio de la OCDE. Esto es debido a las tareas de cuidado que ellas asumen. La falta de políticas públicas efectivas en este ámbito hace que muchas mujeres, especialmente en áreas rurales, dediquen hasta 14 horas diarias a estas actividades, afectando su bienestar físico y psicológico.
El sistema de cuidados en México es insuficiente. Lo que limita la participación de las mujeres en el mercado laboral y refuerza roles de género tradicionales. Para abordar esta desigualdad, es necesario implementar políticas públicas que reconozcan el valor del trabajo de cuidadoras, promuevan una distribución equitativa de las responsabilidades de cuidado y apoyen la inclusión económica de las mujeres.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación?
Es urgente que el trabajo de cuidadoras se reconozca como un factor esencial para el desarrollo económico de México y que se otorguen políticas públicas que garanticen el apoyo a las cuidadoras. Esto incluye medidas como la remuneración justa, la distribución equitativa de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres, y el fomento a servicios de cuidado accesibles y de calidad.
Además, reconocer el trabajo de las cuidadoras en México no sólo contribuirá a una sociedad más justa, sino también a un desarrollo económico más equilibrado, donde todas las personas, independientemente de su género, puedan tener las mismas oportunidades de crecimiento.En conclusión, el trabajo de cuidadoras en México es más que una tarea doméstica; es un desafío para la igualdad de género y un obstáculo para el progreso económico. Es fundamental que, como sociedad, comencemos a valorar y distribuir estas responsabilidades para avanzar hacia un futuro más equitativo.
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