La desigualdad económica de género en América Latina es una realidad innegable y persistente que afecta a mujeres y niñas en múltiples niveles. Si alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de los avances en muchas áreas, las mujeres siguen enfrentando barreras económicas más grandes que los hombres, vamos a explorar cómo la brecha económica sigue marcando la vida de muchas mujeres en la región.

La desigualdad económica en América Latina es un tema importante en materia de género. En 2019, la tasa de participación laboral femenina en América Latina fue 23.6 puntos porcentuales inferior a la masculina. Esto no es solo un número; refleja una desigualdad estructural que limita las oportunidades de empleo y crecimiento para las mujeres. Aunque en muchas ocasiones se habla de la igualdad de oportunidades, la realidad es que las mujeres siguen estando sobre-representadas en trabajos informales y de menor remuneración, lo que perpetúa una inequidad económica a lo largo de toda su vida laboral.
Uno de los mayores factores que alimentan la desigualdad económica de género es el trabajo no remunerado, en su mayoría realizado por mujeres. De acuerdo con estudios de la CEPAL, las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico no remunerado. Este tiempo extra dedicado a los cuidados limita las posibilidades de acceder a trabajos remunerados, lo que reduce la independencia económica de las mujeres y refuerza la brecha económica entre géneros.
La pobreza tiene un rostro femenino
En América Latina la pobreza tiene una fuerte dimensión de género. En 2014, por cada 100 hombres viviendo en hogares pobres, había 118 mujeres en la misma situación. Esta tendencia se mantiene, mostrando que las mujeres, especialmente las indígenas, afrodescendientes y migrantes, enfrentan una exclusión económica más profunda. La inequidad social y económica afecta directamente a su calidad de vida y sus oportunidades de futuro.
Un factor clave que perpetúa la desigualdad económica de género en América Latina es el embarazo adolescente. La región presenta la segunda tasa más alta de fecundidad adolescente a nivel mundial, solo superada por África Subsahariana. Cada año, aproximadamente 1.6 millones de niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años dan a luz en América Latina y el Caribe, lo que equivale a que, mientras lees esta columna, nueve niñas y adolescentes darán a luz en la región.
Avances y retos: ¿Hasta cuándo la igualdad?
A pesar de los avances en empoderamiento político y económico, la paridad de género en América Latina aún está a 53 años de distancia al ritmo actual de progreso. Para cerrar la brecha económica, es fundamental adoptar políticas públicas que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados y reduzcan la jornada laboral, lo que permitiría a las mujeres participar de manera más equitativa en el mercado laboral. Además, garantizar el acceso a servicios de salud reproductiva de calidad es esencial para reducir las desigualdades.
La desigualdad económica de género en América Latina es una problemática compleja que requiere soluciones integrales. Es fundamental implementar reformas laborales que aborden la brecha salarial y el trabajo informal, así como políticas que redistribuyan la carga del trabajo doméstico y de cuidado. Solo con un enfoque multifacético y comprometido se podrá avanzar hacia una verdadera equidad económica para todas las mujeres de la región.
Sigue leyendo:
| EMPRESARIAS MEXICANAS: Pilar de la economía en sus hogares y nacional