Imagina un mundo donde el trabajo doméstico y de cuidados, mayormente realizado por mujeres, se valore tanto como cualquier empleo remunerado. Esta es una de las premisas centrales de la economía feminista, una corriente que busca redefinir las bases de nuestra economía para lograr una verdadera equidad de género. Pero, ¿qué propone exactamente y por qué es esencial para el futuro?

La economía feminista es una corriente de pensamiento que incorpora las relaciones de género como una variable crucial en el análisis económico. Busca visibilizar y valorar el trabajo no remunerado, como las tareas domésticas y de cuidado, que tradicionalmente han sido asignadas a las mujeres. Este enfoque cuestiona las dicotomías tradicionales de la economía, como público-privado y productivo-reproductivo, proponiendo una visión más integradora.
Propuestas clave
Reconocimiento del trabajo de cuidados: Se estima que las mujeres realizan alrededor del 69% de las tareas domésticas y de cuidado de los hijos. La economía feminista propone que este trabajo sea reconocido y valorado en términos económicos, ya que es fundamental para el sostenimiento de la sociedad.
- Redistribución equitativa del trabajo. Promueve una distribución más justa de las tareas domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres, lo que permitiría a las mujeres acceder en igualdad de condiciones al mercado laboral remunerado.
- Reestructuración de las políticas económicas. Aboga por políticas que consideren las desigualdades de género y busquen eliminarlas, integrando la perspectiva de género en la formulación de políticas macroeconómicas.
Importancia de la economía feminista para el futuro
La implementación de las propuestas de la economía con perspectiva de género tiene el potencial de generar sociedades más justas y sostenibles. Por ejemplo, cerrar las brechas de género en el mercado laboral podría incrementar el PIB de América Latina y el Caribe entre un 4% y un 15%. Además, una distribución equitativa del trabajo de cuidados mejora la salud mental y física de las mujeres, fortalece los vínculos familiares y contribuye a una economía más equitativa.
En resumen, la economía feminista no solo busca la equidad de género, sino que también propone una reestructuración profunda de las bases económicas para lograr sociedades más igualitarias y sostenibles.
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