¿Alguna vez te has preguntado por qué tantas películas y series muestran a las mujeres de forma sexualizada, incluso cuando no tiene nada que ver con la trama? Detrás de esas representaciones hay un concepto que lo explica todo: el male gaze o mirada masculina. Pero ¿qué es exactamente y cómo afecta a nuestra sociedad? Aquí te lo contamos sin rodeos.

El término male gaze, traducido como mirada masculina, fue acuñado por la teórica del cine Laura Mulvey en 1975. En su ensayo “Placer visual y cine narrativo”, Mulvey analizó cómo el cine y los medios de comunicación tienden a mostrar a las mujeres desde una perspectiva masculina heterosexual.
Esto significa que las mujeres suelen ser representadas como objetos de deseo visual, y no como personajes completos con agencia, emociones o historia propia. Se trata de una forma de narrar que refuerza estereotipos y posiciona al espectador (implícitamente masculino) como quien mira, mientras que las mujeres son miradas.
Esta lógica se manifiesta en dos niveles:
- A través de la cámara, que encuadra y destaca partes del cuerpo femenino de forma sensual.
- Mediante los personajes masculinos dentro de la historia, que observan o dominan a los femeninos.
¿Y qué es el female gaze?
En respuesta al male gaze, surge el female gaze o mirada femenina, una propuesta que busca romper con la cosificación. Esta perspectiva centra la experiencia de las mujeres como sujetos activos, con emociones, deseos y narrativas propias. No se trata solo de “mirar desde los ojos de una mujer”, sino de construir relatos que reflejen con honestidad la complejidad de sus vidas.
En lugar de explotar el cuerpo femenino, el female gaze muestra su humanidad: lo que siente, lo que piensa, lo que sueña. Es una forma de contar historias que invita a la empatía, no al consumo visual.
¿Cómo afecta la male gaze?
El predominio de la mirada masculina en los medios refuerza la cosificación: tratar a las mujeres como cuerpos para ser vistos y no como personas con valor propio. Esto limita su representación en roles diversos y profundiza desigualdades de género. La exposición constante a imágenes idealizadas y sexualizadas genera presión estética. Muchas mujeres interiorizan estos estándares, afectando su autoestima y aumentando el riesgo de trastornos como la ansiedad o los desórdenes alimenticios.
El male gaze no solo moldea cómo se representa a las mujeres, también influye en cómo hombres y mujeres se relacionan. Refuerza dinámicas de poder que afectan la vida cotidiana, desde lo laboral hasta lo íntimo. Promover el female gaze en los medios no es solo una cuestión estética, sino política y ética. Contar historias desde una perspectiva que respete la dignidad y humanidad de las mujeres es un paso clave hacia una sociedad más equitativa.
Sigue leyendo:
| Demencia en mujeres: ¿cómo prevenirla?
| Un día como hoy: Billie Holiday, la voz que transformó el jazz con rebeldía y dolor