¿Sabías que más del 80 por ciento de los negocios liderados por mujeres en México operan en la informalidad? Esta cifra no es solo un dato: es una señal de alerta sobre los desafíos estructurales que enfrentan las mujeres al emprender. ¿Por qué tantas optan por el emprendimiento informal? ¿Qué pierden al mantenerse fuera del sistema formal? Y, lo más importante, ¿cómo podemos revertir esta situación?

En México, el 82 por ciento de los emprendimientos femeninos están fuera del marco legal y fiscal. Esta informalidad en el emprendimiento no siempre es voluntaria: muchas veces es el único camino viable para iniciar un negocio ante la falta de apoyo, acceso a financiamiento y sobrecarga de cuidados.
El 22 por ciento de las mujeres emprenden buscando flexibilidad horaria para conciliar su vida laboral y doméstica, un equilibrio que el mercado formal rara vez permite. Esto pone en evidencia que el problema no es la falta de capacidad, sino un entorno que no se adapta a las realidades de las mujeres.
Obstáculos invisibles, consecuencias muy reales
Los obstáculos en el emprendimiento femenino son múltiples y se refuerzan entre sí:
- Acceso limitado a financiamiento. Las instituciones financieras suelen exigir garantías o historiales crediticios que muchas emprendedoras no pueden cumplir. Sin financiamiento, es difícil crecer, formalizarse o incluso sostener el negocio a largo plazo.
- Brecha digital. Solo el 1.6 por ciento de los emprendimientos de mujeres incorporan tecnología, frente al 12.8 por ciento de los hombres. Esta desigualdad frena su competitividad en un mercado cada vez más digitalizado.
- Falta de protección social. La informalidad significa también estar fuera del sistema de salud, sin acceso a pensión ni seguros, lo que deja a las emprendedoras en una posición vulnerable frente a cualquier crisis personal o económica.
¿Cómo avanzar hacia la formalización con equidad?
Salir de la informalidad en el emprendimiento requiere más que voluntad individual. Es necesario crear condiciones estructurales que permitan a las mujeres avanzar sin renunciar a sus derechos ni a su tiempo:
- Diseñar productos financieros adaptados a las realidades de las emprendedoras.
- Ofrecer capacitación en herramientas digitales y gestión financiera.
- Redistribuir las tareas de cuidado mediante políticas públicas y esquemas de corresponsabilidad.
La informalidad no es sinónimo de libertad
Aunque muchas veces se percibe como flexible o práctica, el emprendimiento informal representa una trampa que impide el crecimiento y refuerza la desigualdad. Si queremos un país con verdadera equidad económica, apoyar y formalizar el emprendimiento femenino es un paso urgente.
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