¿Y si te dijera que el realismo mágico no nació en Macondo, sino en un pequeño pueblo mexicano llamado Ixtepec? Antes de que Cien años de soledad deslumbrara al mundo, Elena Garro, una escritora adelantada a su tiempo, ya había dado forma a una narrativa donde lo fantástico y lo real convivían sin sobresaltos. Esta es la historia de cómo una autora silenciada por décadas cambió la literatura latinoamericana para siempre.

Elena Garro fue una autora imprescindible en la literatura hispanoamericana. Su trayectoria como escritora, dramaturga y periodista estuvo marcada por el compromiso social, la crítica política y un talento narrativo que entretejía lo fantástico con lo histórico de forma visionaria. Sin embargo, su nombre fue silenciado durante décadas, en parte por conflictos personales y políticos, y en parte por un canon literario dominado por hombres.
Los recuerdos del porvenir: una obra adelantada a su tiempo
Publicada en 1963, «Los recuerdos del porvenir» es considerada por muchos estudiosos como la primera gran novela del realismo mágico. Cuatro años antes del boom internacional de Cien años de soledad, Garro ya había construido una narrativa que desdibuja las fronteras entre lo real y lo fantástico.
En esta novela, el pueblo de Ixtepec —que actúa como narrador— relata su historia desde un futuro indefinido. Este recurso no solo rompe con la lógica lineal del tiempo, sino que le otorga a la comunidad una voz colectiva con memoria, dolor y conciencia. Ambientada en la Guerra Cristera, la obra ofrece una crítica aguda a la Revolución Mexicana y al poder militar, lo que añade una dimensión política rara vez reconocida en el género.
Reivindicación tardía, legado eterno de Elena Garro
El realismo mágico de Garro no es solo un juego literario: es una herramienta de denuncia. Su mirada crítica hacia el autoritarismo y las violencias del poder, sumado al protagonismo de lo femenino en sus relatos, hacen de su obra una referencia clave para una lectura feminista de la literatura latinoamericana. Mientras otros autores usaban lo mágico para embellecer lo cotidiano, Garro lo usó para exponer lo injusto.
Durante años, la figura de Elena Garro fue invisibilizada, incluso tildada de traidora por razones políticas. Su relación con Octavio Paz y su exilio forzado también jugaron un papel en su marginación. Pero hoy, su obra está siendo revalorizada por su innovación narrativa, su compromiso ético y su enorme aporte al desarrollo del realismo mágico.
Elena Garro no solo merece un lugar en el canon literario: merece ser reconocida como la madre del realismo mágico latinoamericano. Su legado sigue vivo, esperando ser leído con los ojos abiertos que el siglo XXI exige.
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