¿Qué cambiaría si las mujeres participaran en igualdad de condiciones en los espacios donde se toman decisiones políticas, económicas y sociales? La respuesta no solo es política: es estructural. Y es aquí donde entra el concepto de paridad como eje transformador.

La paridad implica una participación equilibrada de mujeres y hombres en espacios de poder y representación. En el caso de la política, por ejemplo, se refiere a que ambos géneros estén representados de manera igualitaria en cargos públicos, órganos de decisión y procesos electorales.
Pero va más allá de los números: se trata de que las voces, experiencias y necesidades de las mujeres formen parte activa del diseño de leyes, políticas públicas, presupuestos y decisiones institucionales.
No es un favor, es un derecho
La paridad de género está reconocida como principio constitucional en México desde la reforma de 2019, conocida como “Paridad en Todo”. Esto obliga a que todos los poderes del Estado, órdenes de gobierno, organismos autónomos y partidos políticos aseguren la igualdad sustantiva en sus estructuras.
Sin embargo, la norma no basta. Para que sea efectiva, se necesita incorporar perspectiva de género en los procesos de toma de decisiones. Es decir, entender cómo las decisiones afectan de forma distinta a mujeres, hombres y personas no binarias, y actuar en consecuencia.
¿Por qué es importante la paridad en la toma de decisiones?
Mejora la calidad democrática: Cuando hay diversidad en los espacios de poder, se amplían los enfoques, se fortalecen los consensos y se representan mejor los intereses de toda la población.
- Reduce desigualdades estructurales: Las políticas públicas diseñadas sin equidad pueden perpetuar brechas en salud, educación, seguridad y economía. La equidad de género permite políticas más justas.
- Visibiliza agendas urgentes: Violencia de género, cuidados, brecha salarial, acceso a servicios. Estos temas solo ganan prioridad cuando hay presencia de mujeres y feministas en los espacios donde se decide.
- Rompe estereotipos: Ver a mujeres liderando transforma imaginarios colectivos y abre camino a las nuevas generaciones.
¿Qué falta para lograr una paridad real?
Aunque ha habido avances legislativos, persisten obstáculos como el techo de cristal, la violencia política de género, la subrepresentación en puestos directivos del sector privado y la exclusión de mujeres indígenas, afrodescendientes o con discapacidad.
No se trata solo de una meta numérica. Es una herramienta para transformar estructuras históricamente excluyentes, y para construir una sociedad más equitativa, inclusiva y democrática.
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