¿Por qué muchas formas de agresión pasan desapercibidas aunque estén presentes en nuestra vida cotidiana? La violencia simbólica es una de las formas más invisibilizadas, pero también más persistentes, de dominación. No deja marcas físicas, pero moldea creencias, legitima desigualdades y perpetúa estereotipos. Entenderla es el primer paso para desmontarla.

El concepto de violencia simbólica fue desarrollado por el sociólogo Pierre Bourdieu. Se refiere a formas de dominación que se ejercen de manera sutil, a través de símbolos, discursos, representaciones y prácticas culturales que refuerzan relaciones de poder injustas. Esta forma de agresión simbólica se naturaliza porque se transmite en los medios de comunicación, la publicidad, la educación y hasta en el lenguaje cotidiano.
Según Bourdieu, este tipo de violencia “actúa con la complicidad de quienes la sufren, porque reproduce los esquemas culturales que les hacen ver su subordinación como legítima”.
¿Cómo se manifiesta la violencia simbólica?
Esta violencia se manifiesta en diferentes esferas de la vida, pero tiene una presencia fuerte en la forma en que se representa a las mujeres y a otras identidades marginadas:
- En los medios: Mujeres hipersexualizadas, personajes femeninos que refuerzan estereotipos de pasividad, belleza normativa o dependencia emocional. También se invisibilizan otras corporalidades, edades o experiencias no hegemónicas.
- En la publicidad: Anuncios que refuerzan la idea de que el valor de las mujeres está en su apariencia o en su rol como madres o cuidadoras.
- En el lenguaje: Expresiones como “lloras como niña” o “el hombre de la casa” refuerzan jerarquías de género desde la infancia.
- En la educación: Materiales escolares que excluyen a mujeres científicas, lideresas políticas o referentes femeninas en la historia.
¿Por qué es importante reconocerla?
Porque no se puede cambiar lo que no se nombra. La violencia simbólica perpetúa la discriminación al hacerla parecer “normal” o “natural”. Identificar estas formas de violencia es esencial para promover cambios culturales profundos que acompañen transformaciones legales y políticas.
Como señala la Ley 26.485 en Argentina (Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres), este tipo de violencia es una de las modalidades reconocidas de violencia de género. Esta normativa la define como “la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación”.
La lucha contra la violencia simbólica no empieza con grandes reformas, sino con la capacidad de mirar críticamente lo que consumimos, decimos y enseñamos. Cuestionar lo que parece “normal” puede ser un acto revolucionario. Solo así podremos construir una sociedad libre de todas las formas de agresión, incluso las más silenciosas. Recuerda: que no sea física no significa que no sea violencia.
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