¿Te has preguntado qué pasa cuando las mujeres ingresan a profesiones de alto riesgo? Aunque su participación en trabajos peligrosos ha aumentado, los protocolos de seguridad rara vez consideran sus necesidades específicas. Hoy te contamos qué revelan los datos y por qué urge incorporar una perspectiva de género en las medidas de protección laboral.

Cada vez más mujeres se desempeñan en profesiones de alto riesgo tradicionalmente masculinizadas: minería, construcción, fuerzas armadas, seguridad y transporte. Según el informe “Women in Male-Dominated Industries” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de mujeres en profesiones riesgosas ha crecido un 20 por ciento en la última década.
Sin embargo, su incorporación no siempre ha sido acompañada de adaptaciones en los protocolos de seguridad. La mayoría de los equipos de protección personal (EPP) siguen basándose en medidas corporales masculinas, lo que incrementa el riesgo de accidentes para las mujeres.
¿Qué riesgos enfrentan las mujeres en profesiones de alto riesgo?
La falta de adecuaciones de género en profesiones de alto riesgo genera consecuencias graves:
- Equipos de protección inadecuados: Cascos, guantes y chalecos antibalas que no ajustan bien a cuerpos femeninos pueden fallar en situaciones críticas.
- Mayor exposición a acoso: En ambientes altamente masculinizados, las mujeres enfrentan riesgos psicosociales como acoso laboral y violencia de género, señala la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA).
- Impacto físico diferenciado: Estudios médicos de 2021 del British Medical Journal muestran que el peso y diseño de herramientas pesadas puede causar mayor tasa de lesiones musculoesqueléticas en mujeres.
¿Existen protocolos de seguridad con enfoque de género?
Aunque algunos países han comenzado a actuar, aún falta mucho por hacer. Iniciativas como la adoptada en Canadá, “Women in Mining Canada”, buscan adaptar los EPP y actualizar los protocolos de seguridad para incluir diferencias físicas y sociales.
La OIT también recomienda:
- Diseñar EPP inclusivos que contemplen diversidad corporal.
- Implementar evaluaciones de riesgos diferenciadas por género.
- Capacitar en prevención de acoso laboral como parte de la seguridad ocupacional.
- Promover liderazgos femeninos en la gestión de riesgos laborales.
La presencia femenina en profesiones de alto riesgo visibiliza una realidad urgente: los protocolos de seguridad deben actualizarse para garantizar entornos laborales realmente seguros para todas las personas. Incorporar el enfoque de género no es solo una cuestión de equidad; es una necesidad vital para proteger la vida y la salud de quienes asumen los desafíos de los trabajos peligrosos.
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