¿Sabías que una de cada cuatro mujeres en México no tiene ingresos propios? Esta falta de autonomía económica no solo limita sus oportunidades, sino que también las hace más vulnerables a situaciones de violencia. La relación entre independencia económica y violencia de género es profunda y preocupante.

La violencia económica es una forma de control que impide a las mujeres acceder o administrar recursos económicos. Esto puede manifestarse en la prohibición de trabajar, el control del dinero, la negación de recursos básicos o el despojo de bienes. Según datos de 2020, el 19.1 por ciento de las mujeres en México han experimentado este tipo de violencia. Esto evita su desarrollo e independencia económica.
La independencia económica como factor de protección
Contar con ingresos propios y suficientes permite a las mujeres tomar decisiones sobre su vida y bienestar. Sin embargo, en México, el 24.5 por ciento de las mujeres carece de ingresos propios y depende de transferencias económicas de terceros . Esta dependencia económica puede dificultar la salida de relaciones violentas y perpetuar ciclos de abuso.
La violencia económica no solo limita la libertad financiera de las mujeres, sino que también afecta su salud mental, autoestima y capacidad para tomar decisiones. Además, puede impedirles acceder a servicios de salud, educación y justicia. Esta forma de violencia es menos visible, pero sus consecuencias son profundas y duraderas.
Avances y desafíos en México
En los últimos años, México ha implementado políticas para promover la autonomía económica de las mujeres. Por ejemplo, se ha incrementado en un 400 por ciento la creación de Unidades de Igualdad de Género, pasando de 38 en 2019 a 197 en 2024 . Sin embargo, persisten desafíos significativos. La participación laboral femenina es de 46.5 por ciento, casi 30 puntos porcentuales por debajo de la masculina.
Además, la falta de un sistema público de cuidados limita la capacidad de las mujeres para integrarse plenamente al mercado laboral. La sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados recae principalmente en ellas, restringiendo su tiempo y oportunidades.
Para fortalecer la independencia económica y reducir la violencia de género, es esencial:
- Implementar políticas públicas que promuevan la igualdad salarial y el acceso a empleos dignos.
- Desarrollar un sistema nacional de cuidados que redistribuya las responsabilidades domésticas.
- Fomentar la educación financiera y el emprendimiento femenino.
- Garantizar el acceso a servicios de apoyo para mujeres en situación de violencia.
La independencia económica es clave para que las mujeres puedan vivir libres de violencia y tomar el control de sus vidas. Es responsabilidad de la sociedad y del Estado crear las condiciones necesarias para que esto sea una realidad. Para conseguir apoyo, puedes consultar los recursos disponibles en instituciones como el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la Red Nacional de Refugios.
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