¿Cuidarte a ti misma puede ser un acto político? En un mundo que aplaude la productividad sin pausa y castiga el descanso, especialmente en las mujeres, detenerse puede ser un gesto radical. Hoy, más que nunca, hablar de autocuidado y descanso no es hablar de lujo, sino de supervivencia y resistencia.

El concepto de autocuidado y descanso ha sido históricamente malinterpretado como indulgencia o pereza. Sin embargo, desde una perspectiva feminista, el autocuidado es un acto necesario para sostener la vida, resistir el desgaste emocional y fortalecer la autonomía personal.
Audre Lorde, escritora y activista afroamericana, lo expresó con claridad: “Cuidarme a mí misma no es autoindulgencia, es autoconservación, y eso es un acto de guerra política”. De acuerdo con datos presentados por el INEGI en 2022, en contextos donde las mujeres cargan con dobles y triples jornadas laborales, el descanso no es opcional, es imprescindible.
Datos que revelan una urgencia de autocuidado y descanso
Según la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) 2019 del INEGI, las mujeres mexicanas dedican en promedio 28.8 horas semanales más que los hombres a trabajos no remunerados, como el hogar y el cuidado. Esto se traduce en menos tiempo para sí mismas, menos horas de sueño y mayor exposición al estrés crónico.
Por otro lado, la OMS advierte que el agotamiento emocional —también conocido como burnout— está estrechamente relacionado con la falta de descanso y el exceso de responsabilidades. En las mujeres, este fenómeno está agravado por la sobrecarga de cuidados y la presión por cumplir estándares sociales de perfección.
Amor propio: más allá de los hashtags
Hablar de amor propio implica ir más allá del discurso popular que lo reduce a frases motivacionales. Significa reconocer el derecho a poner límites, priorizar el bienestar físico y emocional, y validar las propias necesidades sin culpa. Incluir rutinas de autocuidado —como dormir lo suficiente, alimentarse con conciencia, tomar pausas y pedir ayuda cuando se necesita— no solo mejora la salud, también impacta positivamente en la autoestima y la toma de decisiones.
El autocuidado y descanso no deben ser privilegios de unos pocos, sino derechos humanos. Incorporarlos a la vida cotidiana requiere desmontar mitos, cuestionar los roles de género y crear entornos donde el bienestar de las personas esté por encima de la productividad constante. Frente a una cultura que exige estar siempre disponibles y activas, elegir descansar se convierte en un acto de amor propio, resistencia y transformación.
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