¿Por qué, si las mujeres tienen la misma preparación que los hombres, siguen siendo tan pocas las que llegan a los puestos más altos? La respuesta está en algo que no se ve, pero se siente: el techo de cristal. Este término pone nombre a una realidad que atraviesa el ámbito laboral y limita el potencial femenino en todos los niveles. Si alguna vez te has preguntado por qué hay tan pocas mujeres liderando empresas, aquí te explicamos por qué.

El techo de cristal es una metáfora que describe las barreras invisibles que impiden a las mujeres acceder a cargos de liderazgo o alta dirección, incluso cuando tienen la experiencia, las habilidades y los méritos necesarios. Estas barreras no se deben a la falta de capacidad, sino a factores estructurales, culturales y sociales profundamente arraigados.
El término fue acuñado por Marilyn Loden en 1978, quien señaló que estas limitaciones no eran personales, sino consecuencia de estructuras laborales sexistas que benefician históricamente a los hombres.
Discriminación vertical: más allá del machismo evidente
A diferencia de la discriminación horizontal (que separa a hombres y mujeres en distintos sectores o roles), el techo de cristal actúa de forma vertical: impide a las mujeres ascender. Este fenómeno se sostiene en estereotipos de género que cuestionan el liderazgo femenino y naturalizan la idea de que el poder es masculino.
Aquí no hablamos del machismo explícito, sino de sesgos más sutiles: jefaturas que prefieren promover a hombres, redes de contactos cerradas, falta de políticas de conciliación, o culturas laborales que penalizan la maternidad.
¿Cómo se manifiesta en México?
Las estadísticas revelan que el techo de cristal está lejos de romperse en nuestro país:
- Solo el 3 por ciento de las empresas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores tienen una mujer como directora general.
- En sus consejos de administración, las mujeres representan apenas el 13 por ciento.
- Ocupan solo el 11 por ciento de las direcciones financieras y el 23 por ciento de las jurídicas.
- Aunque en 2025 se reportó que el 38.9 por ciento de la alta dirección está conformada por mujeres, la brecha salarial sigue siendo alarmante: las mujeres ganan 54.5 por ciento menos al año que los hombres.
Romper el techo: ¿por dónde empezar?
Para desmontar estas barreras, las organizaciones deben tomar acción:
- Implementar políticas de igualdad de género.
- Revisar prácticas de contratación y promoción.
- Fomentar una cultura inclusiva, donde el talento no tenga género.
Entender qué es el techo de cristal es el primer paso para enfrentarlo. La pregunta que sigue es: ¿estamos dispuestas —y dispuestos— a mirar hacia arriba y empezar a romperlo?
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