La desigualdad entre hombres y mujeres se ha visto reflejada en el deporte a lo largo de los años. A pesar del talento y la pasión de las jugadoras en la cancha, las mujeres perciben un sueldo considerablemente menor al de los deportistas varones. La brecha salarial en el fútbol mexicano es una problemática de género que no puede ser ignorada.

En los últimos años, el fútbol femenil ha crecido en alcance y popularidad. De acuerdo con datos presentados por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) en 2022, se registró una audiencia de 37 millones de personas. Sin embargo, la brecha salarial en el fútbol mexicano continúa siendo una realidad vivida por las jugadoras profesionales.
Las estadísticas revelan una disparidad salarial abismal. En 2017, el salario promedio mensual de las jugadoras de fútbol en México era de apenas 3,420 pesos, una fracción mínima del salario de los hombres. Incluso en 2022, la diferencia seguía siendo impactante: mientras que una jugadora destacada como Katty Martínez ganaba 150,000 pesos al año, un jugador como Florian Thauvin percibía 110.7 millones de pesos anuales, una diferencia de hasta 183 veces menos para las mujeres.
Brecha Salarial en el Fútbol: Potencial Deportivo Ante el Problema
La brecha salarial en el fútbol no es simplemente una cuestión de negociación individual, sino que está arraigada en barreras estructurales. En 2021, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) multó a la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) y a varios clubes por imponer topes salariales a las futbolistas, lo que limita su capacidad para negociar salarios justos y perpetúa la desigualdad.
A pesar de la evidente disparidad salarial, la Liga MX Femenil ha demostrado un potencial significativo para generar interés y recursos. Con una asistencia promedio de más de dos mil espectadores por partido en 2022 y un alcance de 37 millones de personas, la liga tiene un atractivo innegable. Sin embargo, este potencial no se traduce en salarios equitativos para las jugadoras.
La persistencia de la brecha salarial en el fútbol se debe a una combinación de factores, incluyendo la discriminación de género, la falta de inversión en el fútbol femenino y la ausencia de una estructura salarial justa y transparente. A pesar de las reformas propuestas y el principio de «a trabajo igual, salario igual», la realidad es que las futbolistas mexicanas siguen enfrentando una discriminación estructural que limita sus oportunidades económicas y perpetúa la desigualdad en el deporte.
El futuro del fútbol femenino en México depende de la capacidad de abordar estas desigualdades estructurales y garantizar que las jugadoras reciban una compensación justa y equitativa por su trabajo. Esto implica no solo una revisión de las estructuras salariales y la eliminación de prácticas discriminatorias, sino también una inversión significativa en el desarrollo del fútbol femenino y un cambio cultural que valore y respete el trabajo de las mujeres en el deporte.
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