¿Puede una empresa ser feminista sin caer en el “pinkwashing”? Esta es la pregunta que cada vez más personas se hacen en un mundo corporativo que dice querer ser más inclusivo, pero donde aún predominan estructuras patriarcales. Si te interesa saber qué significa realmente una cultura empresarial feminista, qué empresas están intentando implementarla y si es una utopía o una tendencia en expansión, aquí te lo explicamos con ejemplos reales.

La cultura empresarial feminista no se limita a tener mujeres en cargos de liderazgo. Implica cuestionar cómo se organiza el trabajo, cómo se toman decisiones, cómo se reconocen los cuidados y qué valores guían la vida interna de una empresa. Según el informe “Feminismo en el trabajo” de Oxfam Intermón, se trata de “despatriarcalizar las estructuras laborales”, adoptando prácticas que favorezcan la equidad, la corresponsabilidad y el bienestar colectivo.
La cultura empresarial feminista no es una moda ni un discurso bonito para campañas publicitarias. Es una propuesta política y ética para transformar el trabajo desde la raíz. Aunque los desafíos son muchos, cada vez hay más voces, desde el activismo y desde las propias empresas, que demuestran que otro modelo laboral no solo es deseable, sino posible.
Del feminismo corporativo a la transformación estructural
En los últimos años, ha crecido el interés por el llamado feminismo corporativo, pero muchas iniciativas se quedan en la superficie. Por ejemplo, un estudio de Boston Consulting Group reveló que, aunque el 75 por ciento de las empresas tienen políticas de diversidad, sólo el 25 por ciento mide el impacto real de estas acciones.
El verdadero cambio no está en los discursos, sino en acciones como:
- Implementar licencias de maternidad y paternidad igualitarias.
- Reducir brechas salariales con auditorías transparentes.
- Incluir perspectiva de género en todos los niveles de decisión.
- Fomentar ambientes libres de violencia y acoso.
¿Quiénes tienen cultura empresarial feminista?
Existen ejemplos de empresas sociales y cooperativas en América Latina que han adoptado modelos de feminismo empresarial, como Colectiva Mujer y Salud en República Dominicana o La Coperacha en México. También plataformas digitales lideradas por mujeres han planteado esquemas horizontales de toma de decisiones y redistribución de tareas de cuidado.
La investigadora y activista feminista Yayo Herrero señala que “la economía feminista no solo propone un modelo justo, sino viable”, al poner en el centro la sostenibilidad de la vida, incluso en contextos laborales. Aunque aún son pocas las empresas que abrazan una cultura empresarial feminista de forma integral, hay señales de cambio: las nuevas generaciones priorizan entornos laborales éticos, diversos y humanos.
¿Tu empresa está lista para el cambio?
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