¿Qué harías si tu hogar desapareciera bajo el agua y no tuvieras a dónde ir? Esta es la realidad de cientos de mujeres en México, víctimas de un fenómeno tan urgente como invisible: el desplazamiento por desgaste ecológico. Más allá de la pérdida material, se trata de una crisis humana con rostro de mujer.

El desplazamiento forzado por motivos ambientales ocurre cuando comunidades deben abandonar sus hogares debido a fenómenos como sequías extremas, huracanes, erosión costera o pérdida de biodiversidad. Aunque estos eventos afectan a todas las personas, el impacto es profundamente desigual: las mujeres y niñas, especialmente en situación de pobreza, viven riesgos agravados por su rol social y la falta de protección institucional.
Mujeres desplazadas: la doble vulnerabilidad
Según el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI), las mujeres enfrentan múltiples peligros durante estos traslados. Desde violencia de género hasta trata de personas, las amenazas no terminan con el desastre natural; muchas veces recién comienzan. Además, suelen ser las últimas en evacuar, ya que cargan con el cuidado de niños, personas mayores o enfermas.
Esto se suma a otras barreras como la falta de acceso a servicios básicos —salud, educación, vivienda— y a decisiones que se toman sin su participación. Así, su vulnerabilidad no es sólo producto del clima, sino de una estructura desigual que no las protege.
El caso de El Bosque, Tabasco
Un ejemplo claro es El Bosque, comunidad costera en Tabasco. Allí, la erosión y el avance del mar obligaron al gobierno a reubicar a varias familias. Aunque algunas viviendas fueron reconstruidas, muchas personas aún esperan una solución. Esta situación refleja la ausencia de criterios claros y transparentes en los procesos de reubicación, dejando a muchas mujeres en un limbo legal y territorial.
Actualmente, México no reconoce legalmente el desplazamiento por desgaste ecológico. Esto significa que quienes lo viven no cuentan con derechos ni garantías específicas. El IMUMI ha propuesto reformas al Reglamento de la Ley de Migración para reconocer este tipo de desplazamiento y otorgar protección jurídica, especialmente a mujeres y niñas que enfrentan múltiples formas de discriminación: por género, etnia o situación económica.
Urgencia de políticas públicas con perspectiva de género contra el desplazamiento
Frente a esta realidad, es imprescindible que las políticas públicas integren un enfoque de género interseccional. Esto implica reconocer la diversidad de experiencias y necesidades de las mujeres desplazadas, garantizar su seguridad y bienestar, y —sobre todo— incluirlas en la toma de decisiones sobre adaptación y mitigación climática.
El traslado y desalojo no es sólo un efecto colateral del cambio climático; es una crisis humanitaria con género, rostro y nombre. Visibilizarla es el primer paso para construir soluciones justas y sostenibles. ¿Quién está contando estas historias? ¿Y quién está escuchando?
Sigue leyendo:
| ¿Cómo se relacionan el patriarcado y el deterioro ambiental?
| Día de la Biodiversidad: mujeres en la defensa ambiental de México