Cada 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza, pero detrás de los aplausos y los reflectores aún persisten desigualdades. ¿Quiénes ocupan los grandes escenarios? ¿Qué cuerpos son reconocidos como válidos en la danza? A continuación, profundizamos en las barreras y resistencias que enfrentan las mujeres y disidencias en el mundo de la danza, revelando datos que no suelen estar en el centro de la conversación.

La UNESCO estableció el Día Internacional de la Danza en 1982, en homenaje al nacimiento de Jean-Georges Noverre, considerado el creador del ballet moderno. El objetivo no era solo celebrar la danza como arte, sino también visibilizar su valor cultural y social.
Sin embargo, aunque el arte dancístico es un lenguaje universal, no todos los cuerpos tienen las mismas oportunidades de expresarse y ser reconocidos en este medio.
Mujeres en la danza: presencia sí, poder no
Históricamente, las mujeres han tenido una presencia destacada en el mundo de la danza. Pero eso no significa igualdad. Un informe del British Council de 2019 sobre mujeres en la danza revela que, si bien ellas representan el 70 por ciento del alumnado en academias de danza, solo el 25 por ciento ocupa cargos de liderazgo en compañías profesionales. Este patrón también se repite en América Latina, donde los puestos de dirección coreográfica o ejecutiva están mayoritariamente en manos de varones.
Además, las normas corporales impuestas por el ballet clásico han sido particularmente crueles con las mujeres, exigiendo un tipo de cuerpo delgado, joven y blanco, lo que deja fuera a muchísimas bailarinas talentosas que no encajan en ese molde.
Disidencias en la danza: visibilidad y resistencia
Las disidencias sexuales, corporales y de género han encontrado en la danza una forma de expresión política, pero también han enfrentado exclusiones sistemáticas. Según el informe Gender and the Arts de 2020, las personas trans y no binarias sufren más barreras para acceder a espacios de formación y exhibición profesional, tanto por discriminación como por la falta de políticas inclusivas en instituciones culturales.
A pesar de ello, existen movimientos y compañías que están desafiando el canon tradicional. Ejemplos como Fusca, colectivo argentino de danza queer, o el trabajo de la coreógrafa chilena Josefina Camus, son faros para quienes resisten desde el cuerpo.
Día Internacional de la Danza: Hacia la Integración
Hablar del Día Internacional de la Danza es también hablar de quiénes pueden ocupar el espacio escénico y en qué condiciones. Para construir una danza verdaderamente inclusiva, es necesario revisar las estructuras de poder que la sostienen y amplificar las voces que han sido históricamente silenciadas.
En este día de celebración, la pregunta no es solo qué danza se baila, sino quién tiene el derecho a bailar.
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