Cada 14 de abril, las naciones del continente celebran el Día de las Américas, una fecha que enaltece la unión y la solidaridad entre países. Pero ¿esta conmemoración ha logrado traducirse en equidad sustantiva para todas las personas del continente? Especialmente, ¿ha mejorado la vida de las mujeres y diversidades en la región? Abrimos esta pregunta para entender cuánto hemos avanzado y lo que aún falta por hacer.

La historia de esta celebración se remonta a 1890, cuando se creó la Unión de las Repúblicas Americanas, antecedente directo de la actual OEA. Su objetivo era promover la paz, la cooperación y la soberanía entre los países del hemisferio. En 1931, se institucionalizó el Día de las Américas como símbolo de una aspiración compartida: construir un continente unido.
Con ceremonias cívicas, eventos culturales y la interpretación del «Himno de las Américas», cada año se recuerda ese compromiso de hermandad. Sin embargo, los discursos sobre unidad y desarrollo no siempre se han traducido en políticas públicas que cierren las brechas de género.
Un continente solidario… ¿para quiénes?
Aunque la solidaridad es un valor central de esta efeméride, las estadísticas revelan una realidad desigual para millones de mujeres en América Latina y el Caribe:
- La participación laboral femenina sigue siendo baja: 43.6 por ciento, frente al 67.1 por ciento en hombres.
- Las mujeres ganan entre un 15 por ciento y un 30 por ciento menos por el mismo trabajo.
- Solo el 15 por ciento de los cargos directivos están ocupados por mujeres.
- La paridad política apenas alcanza el 28.7por ciento en parlamentos y ministerios.
- En países como México, las mujeres realizan el 73 por ciento del trabajo doméstico no remunerado.
- Una de cada cuatro mujeres ha sufrido violencia por parte de su pareja en el último año.
Estos datos dejan claro que la equidad sigue siendo una deuda pendiente.
Día de las Américas: sin perspectiva de género no hay integración
Hablar de unión americana sin poner la lupa sobre las desigualdades estructurales invisibiliza a la mitad de la población. La integración regional sólo será real cuando se base en justicia social y equidad sustantiva. Esto requiere políticas públicas con enfoque de género, financiamiento para cerrar brechas, y representación efectiva de las mujeres en los espacios de poder.
El Día de las Américas puede ser más que una celebración simbólica. Puede ser un recordatorio de lo que todavía no se ha logrado. Las mujeres y diversidades del continente necesitan algo más que palabras: necesitan acciones concretas que garanticen sus derechos y su plena participación en igualdad de condiciones. ¿Estamos dispuestas a exigir esa transformación? La integración real empieza por la equidad.
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