¿Por qué seguimos valorando los cuerpos por su tamaño y forma? Cada 6 de mayo, el Día Mundial Sin Dietas nos invita a cuestionar las normas estéticas que condicionan nuestra salud, bienestar y autoestima. Este día no celebra el abandono del autocuidado, sino que propone liberarnos de los mandatos opresivos de la cultura de la dieta y la obsesión colectiva por la delgadez.

En un mundo donde la apariencia aún determina el valor percibido de las personas, esta fecha representa una resistencia activa a la violencia estética. El origen del Día Mundial Sin Dietas se remonta a 1992, cuando la feminista británica Mary Evans Young decidió confrontar públicamente los trastornos alimentarios y el odio corporal que ella misma había enfrentado.
Desde entonces, este día se ha convertido en una jornada internacional para visibilizar los efectos nocivos de la cultura de la delgadez, denunciar los estándares corporales inalcanzables y reivindicar todos los cuerpos como válidos y dignos de respeto.
¿Qué es la violencia estética?
La violencia estética es un tipo de violencia simbólica y estructural que impone ideales corporales hegemónicos —generalmente blancos, delgados, jóvenes y normativos— como medida de valor social. Esta violencia afecta especialmente a mujeres, personas racializadas, gordas, trans o con discapacidad, a quienes se les exige modificar sus cuerpos para ser aceptadas. Según la psicóloga feminista Esther Pineda, “la violencia estética es una de las formas más normalizadas de violencia contra las mujeres”.
Esta violencia no solo está presente en los medios o la moda. También opera en el sistema de salud, la educación, el ámbito laboral y las redes sociales. Se manifiesta en los juicios sobre la comida, los comentarios sobre el cuerpo ajeno, la presión por adelgazar y el constante ideal de “mejorar” la apariencia para ser merecedoras de afecto, éxito o validación.
Día Mundial Sin Dietas: Romper con la cultura de la delgadez
La cultura de la dieta nos promete salud, autocontrol y belleza, pero en realidad produce culpa, ansiedad y malestar corporal. Numerosos estudios demuestran que las dietas restrictivas no son sostenibles a largo plazo y que el estigma corporal puede tener efectos más dañinos que el peso mismo. En contraposición, movimientos como la alimentación intuitiva o el enfoque Health at Every Size (HAES) promueven el bienestar integral sin centrarse en la pérdida de peso como objetivo principal.
En el marco del Día Mundial Sin Dietas, activistas y organizaciones en todo el mundo levantan la voz para exigir políticas públicas que promuevan la diversidad corporal, erradiquen el estigma gordofóbico y garanticen atención médica libre de prejuicios. La educación con perspectiva de género también es clave para desmontar los mandatos estéticos que afectan de forma desproporcionada a las mujeres desde la infancia.
En definitiva, esta jornada no se trata solo de decir “no a las dietas”, sino de construir una cultura del cuidado basada en el respeto, la equidad y la autonomía corporal. Porque la belleza no es un deber, y ningún cuerpo merece ser disciplinado para encajar. ¿Y si empezamos hoy a mirar los cuerpos como territorios de dignidad, no de guerra?
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