¿Puede la política exterior cambiar el mundo si se diseña desde la igualdad? La diplomacia feminista propone una transformación profunda en cómo los países se relacionan, priorizando los derechos humanos, la paz y la equidad. Aunque es un concepto en expansión, ya está generando cambios concretos en las agendas globales. Aquí te explicamos qué es, cómo se aplica y qué países la están impulsando.

La diplomacia feminista es una política exterior que coloca la igualdad de género, los derechos de las mujeres y la justicia interseccional en el centro de las relaciones internacionales. Su enfoque incluye:
- Participación equitativa de mujeres y personas de género diverso en espacios de toma de decisiones.
- Promoción de los derechos humanos en todas las acciones diplomáticas.
- Revisión crítica de estructuras patriarcales en organismos multilaterales y políticas globales.
Este enfoque también es conocido como diplomacia con perspectiva de género, y va más allá de sumar mujeres: busca transformar el poder.
¿Qué países impulsan la diplomacia feminista?
Suecia fue pionera en 2014, bajo el liderazgo de Margot Wallström, ministra de Asuntos Exteriores. Aunque el país abandonó oficialmente este enfoque en 2022, su legado marcó el camino. Actualmente, varios países siguen aplicando la diplomacia equitativa y feminista:
- México (desde 2020): fue el primer país del Sur Global en adoptarla. El gobierno ha implementado acciones de paridad y formación con enfoque de género en su cuerpo diplomático (SRE, 2020).
- Francia: incorporó esta perspectiva en 2019, priorizando la igualdad de género en su ayuda internacional.
- Canadá: a través de su política de asistencia internacional feminista, destina recursos a iniciativas lideradas por mujeres y comunidades marginadas.
- Chile, España, Alemania y Colombia: han incorporado compromisos con la diplomacia equitativa y feminista en diferentes grados (GWL Voices, 2023).
¿Por qué importa este enfoque?
En un contexto de crisis múltiples —conflictos armados, migraciones forzadas, cambio climático— la diplomacia tradicional ha demostrado sus límites. La diplomacia por la equidad responde con propuestas centradas en la prevención de conflictos, la justicia social y la inclusión.
Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), las negociaciones de paz con participación activa de mujeres tienen un 35 por ciento más de probabilidades de durar al menos 15 años.
Además, la diplomacia feminista cuestiona las prioridades históricas: ¿por qué invertir más en armas que en cuidado o educación? ¿Qué significa la seguridad si no incluye a las mujeres?
Desafíos y oportunidades
No todos los países adoptan este enfoque con la misma profundidad. Muchas veces se queda en lo simbólico. Pero organizaciones como GWL Voices —red de ex ministras y líderes con perspectiva de género— impulsan estándares claros para que esta política sea medible y efectiva.
La diplomacia feminista no es una utopía. Es una estrategia concreta para construir relaciones internacionales más igualitarias, solidarias y sostenibles. Apostar por una diplomacia con perspectiva de género es reconocer que no puede haber paz ni desarrollo sin equidad. ¿Estamos listas para redefinir el poder a nivel global? La transformación ya comenz
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