¿Por qué persiste el acoso escolar si cada vez hablamos más de igualdad? La respuesta puede estar en qué tipo de educación reciben niñas, niños y adolescentes. Hablar de educación feminista no es una moda, sino una estrategia clave para la prevención del bullying. Este enfoque va más allá de discursos: transforma el aula y salva vidas.

La educación feminista es aquella que cuestiona los roles de género tradicionales, promueve la igualdad y pone en el centro la experiencia de niñas, adolescentes y mujeres. En contextos escolares, se traduce en contenidos, prácticas docentes y relaciones que reconocen y valoran la diversidad.
Según la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (REPEM), este tipo de enseñanza “construye ciudadanía desde la equidad y no desde la jerarquía”. En otras palabras, combate las raíces estructurales del bullying, como el sexismo, la homofobia y los estereotipos de género.
¿Cómo la educación feminista ayuda a prevenir el bullying?
El vínculo entre educación con perspectiva de género y la reducción del acoso escolar ha sido documentado en diversas investigaciones. Un ejemplo es el estudio «Educación para la igualdad: buenas prácticas en escuelas mexicanas», coordinado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la SEP en 2020. Ahí se reporta que escuelas con contenidos y protocolos feministas redujeron en más del 30 por ciento los casos de violencia entre estudiantes.
Esto se debe a que niñas y niños aprenden a identificar desigualdades, cuestionar la violencia y generar empatía. No es solo un tema de contenidos, sino de formar personas con pensamiento crítico y capacidad para convivir desde el respeto.
Casos que lo demuestran
Programas piloto como “Escuelas por la Igualdad” en la CDMX, impulsado por la Secretaría de Educación local, mostraron que al integrar talleres de género y no discriminación, el ambiente escolar se volvió más seguro. De acuerdo con cifras del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), las denuncias por acoso escolar disminuyeron un 25 por ciento tras la intervención.
Estos cambios son posibles cuando la escuela deja de ser un lugar de reproducción de desigualdades y se convierte en espacio de transformación. La educación feminista no es un lujo ni un riesgo: es una necesidad urgente. Integrarla en las escuelas mexicanas no solo promueve la equidad, también ofrece herramientas efectivas para la prevención del bullying y otras violencias.
Educar en igualdad desde edades tempranas es prevenir. La pregunta es: ¿nos atrevemos a hacerlo?
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