¿Por qué, si hablamos cada vez más de igualdad, las mujeres siguen siendo las más afectadas por la pobreza, la deuda y la falta de acceso a productos financieros? La educación financiera feminista no es solo una forma de aprender a manejar el dinero: es una estrategia política para transformar realidades de desigualdad económica profundamente arraigadas. En este artículo te explicamos de qué se trata y por qué es clave incorporarla desde una perspectiva de género.

La educación financiera tradicional suele enfocarse en cómo ahorrar, invertir y planificar el gasto. Pero este enfoque no considera que las mujeres, en promedio, ganan menos, tienen carreras laborales más interrumpidas y enfrentan mayores cargas de trabajo no remunerado. Según ONU Mujeres, las mujeres realizan tres veces más trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, lo que limita sus oportunidades económicas.
La educación financiera feminista parte de reconocer estas desigualdades estructurales. No se trata solo de enseñar a manejar el dinero, sino de brindar herramientas para cuestionar el sistema económico, promover la salud financiera y construir autonomía en contextos de desigualdad.
Brechas económicas con perspectiva de género
Según el informe Global Gender Gap 2023 del Foro Económico Mundial, la brecha económica de género tomará 169 años en cerrarse al ritmo actual. Esta realidad impacta de manera directa en las decisiones financieras de millones de mujeres en todo el mundo. Una educación financiera con enfoque feminista cuestiona por qué las mujeres tienen menos acceso al crédito, menor participación en inversiones y pensiones más bajas.
Una mujer con herramientas para gestionar su economía puede salir de una relación violenta, emprender con autonomía, o tomar decisiones que prioricen su bienestar. Como plantea la economista Corina Rodríguez Enríquez, “la autonomía económica es una condición necesaria para ejercer otros derechos” (CLACSO, 2021). Desde ahí, la educación financiera feminista no es un lujo, sino un derecho.
Cómo empezar
Incorporar esta visión en tu día a día puede empezar con pequeños pasos:
- Cuestiona tus hábitos de consumo.
- Aprende sobre ahorro desde una lógica de cuidado (no de culpa).
- Busca contenidos creados por mujeres o colectivos con enfoque feminista.
- Habla de dinero con otras mujeres. Romper el tabú también es revolucionario.
La educación financiera feminista es clave para cerrar brechas y promover una economía más justa e inclusiva. No basta con “enseñar finanzas”; es necesario enseñar a leer las desigualdades que atraviesan el sistema económico y a construir poder económico desde lo colectivo. La autonomía comienza cuando entendemos que el dinero también es una herramienta de transformación social.
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