Te despiertas cansada. Tu lista de pendientes es interminable. El día avanza y sientes que no puedes más. Pero te dices a ti misma: «Es normal, así es la vida». ¿Y si no lo fuera? ¿Y si este desgaste físico y emocional no fuera solo estrés, sino una consecuencia del machismo?

El burnout, un estado de agotamiento físico y mental profundo, es un problema creciente en el mundo laboral actual. Se caracteriza por una sensación persistente de cansancio, cinismo y desapego del trabajo, y a menudo se atribuye a un estrés crónico y prolongado. Aunque el desgaste puede afectar a cualquier persona, las mujeres son especialmente vulnerables debido a las presiones y responsabilidades adicionales que enfrentan tanto en el trabajo como en el hogar.
La «doble jornada» es una realidad para muchas mujeres, que deben equilibrar las demandas de su trabajo con las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Esta carga adicional puede ser abrumadora y dejar poco tiempo para el descanso y la relajación. Además, las mujeres a menudo se sienten presionadas a ser «perfectas» en todos los roles que desempeñan, lo que puede aumentar el estrés y la ansiedad. La falta de reconocimiento y apoyo, tanto en el trabajo como en el hogar, también puede contribuir a la fatiga.
La carga invisible: trabajo doméstico y emocional
Las mujeres dedican, en promedio, el doble de horas que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados. Según la CEPAL, en América Latina y el Caribe, las mujeres destinan entre el 22% y el 42% de su tiempo a estas labores, mientras que los hombres solo entre el 5% y el 18%. En México, el INEGI reporta que las mujeres realizan el 76% del trabajo no remunerado en los hogares, lo que equivale al 27.6% del PIB nacional. Esto no solo incrementa la fatiga física, sino que también genera un impacto emocional severo. Sentirse responsable de todo y no recibir apoyo ni descanso acelera el desgaste.
La fatiga no solo afecta el estado de ánimo. Puede provocar insomnio, migrañas, ansiedad, depresión e incluso enfermedades cardíacas. El cuerpo se resiente ante la sobrecarga constante, y la salud mental también se deteriora.
¿Cómo prevenir y enfrentar el burnout en mujeres?
- Identifica las señales: Si sientes fatiga crónica, irritabilidad o desapego emocional, podrías estar en riesgo de burnout.
- Pon límites: No es tu obligación hacerlo todo. Delegar y pedir ayuda no es un lujo, es una necesidad.
- Prioriza el autocuidado: Dormir bien, hacer ejercicio y tener espacios de descanso real son clave.
- Busca apoyo: La carga compartida es menos pesada. Habla con amigas, familia o profesionales de la salud mental.
El burnout en mujeres no es una debilidad personal, sino un problema estructural. Reconocerlo es el primer paso para cambiarlo. Y tú, ¡mereces un descanso! ¿Estás lista para empezar a priorizarte?
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