Se acerca el Día Internacional de la Mujer, y es relevante recordar la historia del feminismo y la necesidad de su interseccionalidad.

Con el 8 de marzo en puerta, cabe recordar el carácter multidimensional de la lucha antipatriarcal. Las desigualdades y prejuicios por género unen a las mujeres en el movimiento feminista, pero esto no se trata de un fenómeno homogéneo. En México, las mujeres enfrentan diferentes luchas dependiendo de su contexto.
El feminismo se originó con los movimientos sufragistas de la clase burguesa, por lo que podemos afirmar que se trató en un principio de un movimiento blanco. El origen de la interseccionalidad se atribuye principalmente a Sojourner Truth, una mujer negra que nació en la esclavitud.
La difusión del discurso “¿Acaso no soy una mujer” presente en su ensayo resultó un importante cuestionamiento para el feminismo burgués, poniendo en perspectiva las diferencias sociales y económicas. Si bien las mujeres sufragistas eran igualmente oprimidas por la dominación masculina, las mujeres negras que se veían obligadas a ser esclavas lidiaban con más del doble de opresión.
Actualmente, el feminismo mexicano abarca diferentes luchas, teniendo en cuenta que los riesgos de sufrir violencia de género de una mujer hegemónica nunca serán los mismos que los que tienen las mujeres racializadas, neurodivergentes, discapacitadas o en situación de pobreza.
Ya que el feminismo interseccional considera problemáticas sociales como la esclavitud moderna y la explotación, la trata de personas, el racismo y los conflictos bélicos que perjudican la vida de miles de mujeres, al ser partícipe del movimiento feminista es importante realizar acciones diarias que contribuyan a la lucha. Por ejemplo, el consumo responsable, la visibilización de mujeres marginadas, pequeñas contribuciones activistas, entre otros ejemplos.
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