¿Por qué muchas niñas y niños neurodivergentes siguen siendo excluidos, incluso cuando la ley reconoce su derecho a la inclusión? La respuesta está en los vacíos entre el discurso y la práctica. Las infancias neurodivergentes tienen derecho a un entorno digno, accesible y libre de estigmas, pero en México aún enfrentan múltiples barreras estructurales.

La neurodivergencia se refiere a diferencias neurológicas que impactan la forma en que las personas procesan el mundo. Incluye condiciones como el autismo, TDAH, dislexia, dispraxia, entre otras. Ser neurodiversa o neurodiverso no es una enfermedad, es una forma válida de experimentar la realidad. En este Día del Niño y la Niña, es necesario visibilizar a las infancias neurodivergentes.
Reconocer la neurodiversidad implica romper con la lógica capacitista que ve estas diferencias como déficit a corregir. En cambio, se promueve la adaptación del entorno para garantizar la participación plena de todas las personas.
Exclusión de Infancias Neurodivergentes: Desafíos en México
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, 1 de cada 20 niñas y niños entre 5 y 14 años presenta alguna discapacidad, y muchos de ellos podrían estar dentro del espectro neurodivergente sin diagnóstico formal.
Además, según el informe Derechos de niñas, niños y adolescentes con discapacidad en México, más del 60 por ciento de niñas y niños neurodivergentes no acceden a educación inclusiva real. Las escuelas carecen de personal capacitado, materiales adaptados o políticas claras de inclusión.
La discriminación hacia las infancias neurodiversas suele pasar desapercibida: se expresa en miradas, burlas, negación de servicios o suposiciones sobre su capacidad. Estas violencias simbólicas e institucionales vulneran el derecho al desarrollo pleno y digno. Especialmente en el caso de las niñas neurodivergentes, los diagnósticos suelen llegar tarde o ser ignorados. Esto se debe a que muchos instrumentos clínicos han sido diseñados con sesgos masculinos, lo que invisibiliza cómo se manifiestan las condiciones neurodivergentes en las niñas.
¿Qué implica un trato digno?
Un trato digno comienza por reconocer la autonomía de las infancias neurodivergentes. Incluye:
- Escuchar su voz, incluso si se comunican de forma no verbal.
- Garantizar apoyos educativos adaptados, sin segregar.
- Capacitar a docentes y cuidadores con enfoque de derechos humanos.
- Respetar su ritmo, sus necesidades sensoriales y su identidad.
Promover el derecho de las infancias neurodivergentes no es una tarea individual, sino un compromiso colectivo que involucra al Estado, las familias, las escuelas y la sociedad. Las infancias neurodiversas no deben “adaptarse” a la norma: es el entorno el que debe transformarse.
Sigue leyendo:
| Niñas indígenas y rurales: brechas, resistencias y derechos vulnerados
| ESI en la infancia: una herramienta para prevenir el abuso