¿Por qué, año tras año, el Día del Trabajo celebra conquistas laborales sin nombrar las batallas que aún libran millones de mujeres? Mientras los discursos oficiales aplauden logros sindicales y jornadas laborales de ocho horas, la deuda histórica con las trabajadoras sigue creciendo. A continuación, explicamos qué significa esa deuda, con datos concretos y perspectiva de género.

El trabajo siempre ha tenido género. Desde el inicio de la revolución industrial, las mujeres han trabajado dentro y fuera del hogar. Pero su aporte económico ha sido sistemáticamente invisibilizado, subvalorado o excluido de las estadísticas oficiales. Incluso hoy, muchas no son reconocidas como trabajadoras, aunque sostienen el sistema desde el cuidado no remunerado o desde empleos precarios. Todo esto deriva en una deuda histórica de género.
Según datos presentados en 2022 por ONU Mujeres, las mujeres realizan más del 75 por ciento del trabajo de cuidados no remunerado a nivel global. En México, este tipo de trabajo representa alrededor del 24 por ciento del PIB, según la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares del INEGI, pero no genera ingresos ni derechos laborales para quienes lo realizan.
Deuda histórica: salario, tiempo y reconocimiento
La deuda histórica con las trabajadoras también se expresa en brechas salariales persistentes. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2023 las mujeres mexicanas ganaban en promedio 14 por ciento menos que los hombres por el mismo trabajo. Además, tienen menor acceso a puestos de liderazgo y son mayoría en empleos mal remunerados o en condiciones de informalidad laboral.
Y mientras tanto, el tiempo que dedican al cuidado y a las tareas domésticas duplica al de los hombres. Esto limita su participación en el mercado formal y refuerza un círculo de desigualdad estructural.
El Día del Trabajo sin mujeres no es celebración, es omisión
El Día del Trabajo conmemora luchas obreras históricas, pero rara vez nombra a las trabajadoras textiles que protagonizaron huelgas masivas en el siglo XIX, como las de Nueva York en 1908, que luego darían origen al 8 de marzo. Invisibilizar estos episodios es parte del problema. En México, el reconocimiento a las trabajadoras del hogar como sujetas de derechos apenas llegó en 2019 con la reforma que permitió su afiliación al IMSS. Aún así, solo el 3 por ciento está asegurada de acuerdo con datos de 2024 de la CONAPRED.
Reconocer la deuda histórica con las trabajadoras no es solo cuestión de memoria, sino de justicia presente. Implica políticas públicas con enfoque de género: igualdad salarial, redistribución del cuidado, seguridad social universal y acceso equitativo al empleo digno.
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