¿Por qué una mujer indígena, esclavizada y sin elección, terminó siendo el símbolo de la traición nacional? Esa es la pregunta que nos obliga a mirar más de cerca el origen del término malinchismo y la carga de misoginia que arrastra hasta nuestros días. A continuación, te explicamos cómo la historia de La Malinche fue distorsionada. Esta visión aún moldea prejuicios culturales que afectan especialmente a las mujeres.

El malinchismo se define como la preferencia por lo extranjero y el desprecio por lo propio. Es un concepto muy presente en el imaginario mexicano, utilizado para criticar actitudes que valoran excesivamente productos, costumbres o estilos de vida foráneos.
Pero detrás de esa palabra hay una historia que ha sido contada desde una perspectiva profundamente patriarcal.
¿Quién fue La Malinche y por qué se la acusó de traición?
La Malinche, también conocida como Malintzin o Doña Marina, fue una mujer indígena nahua. En el siglo XVI fue entregada como esclava a los conquistadores españoles. Terminó siendo intérprete y figura clave en la comunicación entre Hernán Cortés y diversos pueblos originarios.
Su papel fue decisivo, sí. Pero lo que rara vez se dice es que no tuvo opción: fue una víctima de la guerra y de un sistema que la despojó de su libertad. Aun así, la historia oficial la nombró como la traidora por excelencia. El juicio no fue ético ni justo: fue misógino.
El malinchismo como misoginia cultural
Cuando se usa “malinchismo” para acusar a alguien de deslealtad nacional, se apela a una figura femenina que nunca tuvo el poder de decidir por sí misma. En vez de cuestionar las decisiones de los conquistadores —hombres armados, invasores con objetivos bélicos—, se culpó a una mujer indígena.
Este uso revela cómo la misoginia se infiltra en la construcción de la identidad nacional: se delega la culpa histórica a una mujer, reduciéndola a un símbolo negativo, mientras se invisibiliza su humanidad y su contexto.
Relecturas feministas de La Malinche
Hoy, muchos estudios con perspectiva de género invitan a revisar críticamente el papel de La Malinche. Lejos de ser una traidora, fue una mujer que sobrevivió entre dos mundos y que facilitó alianzas y procesos clave en la historia del mestizaje en México. Desde el feminismo, recuperar su historia con justicia es un acto de reparación. Es también una forma de cuestionar el uso de conceptos como “malinchismo”, que siguen perpetuando estigmas de género.
La figura de La Malinche merece algo más que el desprecio simbólico que implica el malinchismo. Merece ser comprendida en su contexto, reconocida en su humanidad y rescatada de una narrativa que la usó como chivo expiatorio de una historia violenta y patriarcal. Porque entender el pasado con mirada crítica es también una forma de construir un presente más justo.
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