¿Alguna vez has sentido que no puedes con todo? Que, aunque trabajas todo el día, las labores domésticas y el cuidado de la familia siguen siendo una carga invisible, pero pesada. Este fenómeno, conocido como la doble jornada, es una realidad para millones de mujeres en todo el mundo.

La doble jornada es el término que describe la situación de muchas mujeres que, además de su empleo remunerado, deben encargarse de las labores domésticas y el cuidado de la familia. Este fenómeno no es una cuestión de elección, sino de una estructura social y económica que históricamente ha relegado a las mujeres a tareas no remuneradas dentro del hogar. A pesar de los avances hacia la igualdad de género, la distribución desigual del trabajo sigue siendo una carga para muchas mujeres.
La doble jornada en la práctica
El concepto puede sonar abstracto, pero sus consecuencias son palpables. Muchas mujeres pasan largas horas fuera de casa trabajando, solo para regresar a un hogar que requiere atención. Esto incluye tareas como la limpieza, la cocina, la organización de la casa, y, en muchos casos, el cuidado de los hijos o familiares. Este trabajo, aunque fundamental para el funcionamiento de la sociedad, no recibe compensación económica y se percibe como una «responsabilidad natural» de las mujeres.
El agotamiento es uno de los principales efectos. Las mujeres se enfrentan a una carga emocional y física que a menudo se pasa por alto, lo que lleva a altos niveles de estrés y, en algunos casos, a problemas de salud.
¿Qué se puede hacer para cambiar esta realidad?
La solución a la doble jornada no es simple ni inmediata, pero hay pasos que se pueden tomar tanto a nivel personal como colectivo para aliviar esta carga.
Repartir el trabajo de manera equitativa: Una de las acciones más inmediatas es compartir las labores del hogar entre todos los miembros de la familia. El reparto igualitario del trabajo doméstico no solo reduce la carga de la mujer, sino que también contribuye a cambiar la mentalidad de que ciertas tareas pertenecen exclusivamente a ellas.
Reivindicar un cambio en las políticas laborales: Las políticas públicas que favorezcan la conciliación entre el trabajo y la vida personal son cruciales. Esto incluye la ampliación de licencias por paternidad y maternidad, así como la promoción de horarios laborales flexibles.
Visibilizar el trabajo no remunerado: Es fundamental que las mujeres sigan visibilizando el trabajo doméstico como una tarea que también requiere tiempo y esfuerzo, y que debe ser valorado en su justa medida.
La doble jornada sigue siendo una realidad para muchas mujeres, pero con cambios sociales, políticas laborales y una distribución equitativa de las tareas en el hogar, se puede avanzar hacia una sociedad más justa. La clave está en reconocer el problema y trabajar juntos para encontrar soluciones que beneficien a todas las personas involucradas.
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