¿Por qué la moda gótica suele ser malinterpretada como sinónimo de oscuridad peligrosa, hipersexualización o marginalidad? Detrás del terciopelo negro y los labios oscuros, hay una historia de resistencia estética que desafía los estereotipos de género, belleza y comportamiento. Sigue leyendo para desentrañar cómo esta subcultura se ha convertido en un espacio clave para cuestionar normas impuestas y explorar identidades más libres.

La moda gótica tiene sus raíces en la subcultura gótica surgida en el Reino Unido a finales de los años 70. Influenciada por el post-punk y grupos como Siouxsie and the Banshees, Bauhaus y The Cure, esta estética fue más allá de lo musical. El negro, los encajes, el cuero, los corsés y los símbolos esotéricos no solo son decorativos, sino expresiones simbólicas de introspección, duelo, crítica y deseo de transgredir.
Más que un código de vestimenta, es una forma de habitar el cuerpo y el espacio público desde la individualidad y la resistencia. En palabras de la investigadora Catherine Spooner en Fashioning Gothic Bodies, el gótico “cuestiona las convenciones sociales del cuerpo y la identidad”.
Género y moda gótica: más allá de lo binario
Una de las principales contribuciones de la moda gótica ha sido su capacidad para romper con los moldes tradicionales de género. La androginia, la mezcla de elementos tradicionalmente femeninos y masculinos, y la libertad de expresión corporal son parte de su ADN. En muchos entornos góticos, es común ver a hombres con falda, maquillaje y encaje, y a mujeres con estilos que combinan dureza y sensibilidad sin necesidad de agradar al ojo masculino.
Sin embargo, esta libertad estética no ha estado exenta de contradicciones. Como advierte el estudio de Vale y Juno de 1989, “Modern Primitives”, algunos espacios góticos han reproducido prácticas de fetichización de lo femenino, sobre todo en los estilos hipersexualizados que se han comercializado en los medios.
Estereotipos y mirada externa
Desde fuera, la moda y la subcultura gótica han sido víctimas de múltiples estereotipos: desde asociarlas con la violencia hasta considerarlas una “fase” adolescente. Esto invisibiliza su profundidad cultural y sus aportes a debates sobre género, cuerpo y espiritualidad. Como explica el académico Mick Mercer en “21st Century Goth”, los medios tienden a caricaturizar al gótico, reduciéndolo a una imagen sin contexto.
No toda la moda es feminista por definición, pero muchas mujeres han encontrado en ella una forma de empoderamiento y reapropiación del cuerpo. Al desmarcarse de los cánones tradicionales de belleza, el gótico permite habitar lo oscuro desde la autonomía, no desde la subordinación. En definitiva, entender la moda gótica con mirada crítica y feminista implica ver más allá del negro. Es reconocer una estética que ha servido como lenguaje para expresar diferencias, explorar identidades y resistir la homogeneización cultural.
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