A pesar de su predominancia numérica, las mujeres en el sector salud enfrentan barreras persistentes para acceder a cargos directivos, condiciones laborales dignas y reconocimiento por el trabajo de cuidados que muchas veces también sostienen fuera del ámbito profesional. A continuación, analizamos los datos más relevantes y lo que nos dicen sobre el camino hacia una salud con equidad.

Aunque las mujeres en el sector salud representan el 70 por ciento de las trabajadoras de la salud en México, apenas el 6.1 por ciento de ellas ocupa cargos de dirección, frente al 12 por ciento de los hombres. Esta brecha de género en la toma de decisiones refleja un modelo institucional que aún no reconoce ni redistribuye el liderazgo femenino.
Las mujeres en el sector salud, presentes en casi todos los niveles de atención —desde el cuidado primario hasta la especialización médica—, siguen siendo invisibilizadas cuando se trata de planear políticas, gestionar instituciones o liderar equipos.
La doble jornada: el tiempo que también limita a las mujeres en el sector salud
Uno de los factores menos visibilizados, pero clave, es la carga de trabajo no remunerado. En promedio, las mujeres en la medicina dedican 18 horas semanales a labores domésticas y de cuidado, fuera de su empleo formal. Esta “doble jornada” no solo agota, también restringe sus posibilidades de capacitación, ascenso y participación en espacios de poder.
Otra brecha crítica es la informalidad: el 24.5 por ciento de las mujeres en el sector salud trabajan sin seguridad social ni prestaciones, comparado con el 19 por ciento de los hombres. La precariedad no es solo una cuestión de salario; también afecta la estabilidad, el acceso a servicios de salud propios y el reconocimiento profesional.
¿Qué se necesita para una salud con justicia de género?
Avanzar hacia un sistema de salud equitativo implica más que reconocer la participación numérica de las mujeres. Requiere políticas que promuevan su liderazgo, condiciones laborales dignas, y un enfoque que reconozca el valor del trabajo de cuidados dentro y fuera del sistema de salud.
Visibilizar esta realidad no es solo una cuestión de estadísticas, sino de ética pública. Porque una salud justa no es posible sin justicia de género. Y porque las mujeres no solo sostienen el sistema: están listas para transformarlo.
Sigue leyendo:
| Financiamiento para Mujeres Empresarias: ¿cómo acceder al apoyo de FONDESO?
| Salarios con perspectiva de género: ¿qué sectores están cerrando la brecha?