¿Por qué seguimos educando sin cuidar? Aunque se habla mucho de prevención y bienestar en las escuelas, la realidad es que la salud escolar en México todavía ignora una dimensión clave: el género. Sin políticas claras ni programas integrales, niñas, adolescentes y personas con identidades diversas enfrentan brechas en el acceso, la atención y la educación en salud.

La salud escolar no es solo atención médica ocasional. Incluye prevención de enfermedades, educación sexual integral, nutrición, salud mental y acompañamiento ante violencias. Sin embargo, los servicios actuales suelen enfocarse en lo físico y urgente, dejando fuera contextos emocionales, sociales y de género.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2022 (ENSANUT), más del 60 por ciento de las y los adolescentes en México no tiene acceso regular a atención médica en su escuela, y el personal especializado es escaso o inexistente en la mayoría de los planteles públicos.
¿Dónde queda la perspectiva de género en la salud escolar?
Implementar salud con perspectiva de género significa reconocer que las experiencias de salud de niñas, adolescentes y personas menstruantes son distintas a las de sus pares varones. No es lo mismo hablar de educación sexual con una niña de 12 años que con un niño, ni acompañar un episodio de ansiedad en una adolescente que sufre acoso escolar que en un alumno que enfrenta otros contextos.
La falta de protocolos con enfoque de género genera omisiones graves. Por ejemplo, muchas escuelas aún no saben cómo actuar ante casos de violencia sexual o embarazos adolescentes, y no cuentan con personal capacitado para abordarlos sin revictimizar.
Las enfermeras escolares: solas ante una tarea gigante
En este panorama, las enfermeras escolares —cuando existen— se convierten en el único soporte real. Muchas veces ofrecen educación sexual, primeros auxilios emocionales y canalización ante violencias, sin respaldo institucional ni recursos suficientes.
El Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) ha señalado que urge integrar la salud escolar con perspectiva de género en los programas de la SEP y la Secretaría de Salud, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas, donde las brechas se profundizan.
No se puede hablar de bienestar estudiantil si ignoramos las desigualdades que atraviesan los cuerpos. La deuda no es solo con la salud, sino con la justicia. Incluir la perspectiva de género en la salud escolar no es un extra: es una necesidad urgente. Porque cuidar desde la escuela es también educar para la equidad. Y sin equidad, no hay salud completa.
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