¿Por qué, cuando hablamos de conservación ambiental, tantas veces aparecen mujeres? Sea liderando proyectos, defendiendo territorios o enseñando prácticas sostenibles. Esta relación no es casual ni reciente. Detrás hay siglos de historia, desigualdades estructurales y también una fuerza silenciosa que, poco a poco, empieza a ser reconocida como esencial para enfrentar la crisis climática.

A lo largo del tiempo, los roles tradicionales asignados a las mujeres se han vinculado estrechamente con la conservación ambiental. Especialmente en comunidades rurales, muchas han sido responsables de la recolección de agua, leña o alimentos. Estas tareas no solo implican trabajo físico, sino también un conocimiento profundo de los ecosistemas locales: saber cuándo plantar, cómo conservar el agua, qué recursos usar sin agotar la tierra.
Ese vínculo cotidiano con la naturaleza ha convertido a las mujeres en guardianas silenciosas de la sostenibilidad, incluso cuando sus voces han estado ausentes de las políticas y decisiones formales.
¿Qué dice el ecofeminismo?
El ecofeminismo aporta una mirada crítica y transformadora a esta realidad. Plantea que la explotación de la naturaleza y la opresión de las mujeres no son fenómenos separados. Responden a una misma lógica de dominación. Esta perspectiva propone que, para lograr una relación más equilibrada con el planeta, es necesario también cuestionar las estructuras de poder. Pues éstas han silenciado a las mujeres.
Adoptar políticas ambientales con perspectiva de género no solo es una cuestión de justicia, sino una estrategia efectiva de conservación ambiental.
Mujeres liderando la conservación ambiental
Hoy existen múltiples ejemplos de cómo el liderazgo femenino transforma la relación con el ambiente. En Bolivia, un grupo de mujeres campesinas se ha formado como plomeras para asegurar el acceso al agua en sus comunidades, fortaleciendo su autonomía y su capacidad de acción frente a la crisis hídrica. En Chile, el programa “El Futuro es Femenino” ha capacitado a más de 200 mujeres en oficios vinculados al agua y saneamiento, sectores históricamente masculinizados.
Estas iniciativas no solo promueven la equidad de género: también mejoran los resultados en términos de sostenibilidad, porque integran saberes, experiencias y una lógica de cuidado que muchas veces ha sido ignorada.
Vincular a más mujeres en la toma de decisiones ambientales no es una tendencia, es una necesidad. La conservación ambiental requiere nuevas formas de pensar y actuar. Reconocer el rol histórico de las mujeres y potenciar su participación activa es una de las claves para construir un futuro más justo y más verde.
¿Y si te dijéramos que hay comunidades enteras redefiniendo su relación con la naturaleza desde el ecofeminismo?
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