¿Por qué, durante décadas, la prevención de infartos se centró casi exclusivamente en los hombres, mientras las mujeres eran invisibilizadas en diagnósticos y tratamientos? Esta omisión no fue casual: responde a una medicina androcéntrica que aún hoy deja secuelas en la salud cardiaca femenina.

Históricamente, la medicina cardiovascular, especialmente enfocada en la prevención de infartos, se construyó sobre estudios realizados mayoritariamente en hombres. Como resultado, los síntomas, riesgos y tratamientos se definieron desde una perspectiva masculina, ignorando las diferencias biológicas y sociales que afectan a las mujeres.
Por ejemplo, las mujeres suelen presentar síntomas atípicos de infarto, como fatiga extrema, náuseas o dolor en la mandíbula, lo que ha llevado a diagnósticos erróneos o tardíos. Además, factores de riesgo específicos, como la hipertensión durante el embarazo o la menopausia precoz, han sido subestimados en la evaluación del riesgo cardiovascular femenino.
Consecuencias de la invisibilización en la prevención de infartos
Esta falta de enfoque de género en la medicina preventiva ha tenido consecuencias graves. Las mujeres tienen menos probabilidades de recibir tratamientos adecuados, como estatinas para el colesterol alto o anticoagulantes para prevenir coágulos. También son menos propensas a ser derivadas a programas de rehabilitación cardíaca tras un infarto.
Además, las tasas de hospitalización por infarto en mujeres menores de 55 años han aumentado, mientras que en hombres de la misma edad han disminuido. Este incremento se atribuye, en parte, a la falta de conciencia sobre el riesgo cardiovascular en mujeres jóvenes y a la ausencia de estrategias de prevención específicas para ellas.
Hacia una medicina preventiva con perspectiva de género
Reconocer estas desigualdades es el primer paso para una medicina preventiva más equitativa. Es fundamental que los profesionales de la salud reciban formación en perspectiva de género y que las campañas de prevención incluyan información específica para mujeres.
Además, es necesario promover la participación de mujeres en estudios clínicos y desarrollar guías de prevención que consideren las diferencias biológicas y sociales entre géneros. Solo así se podrá garantizar una atención médica que responda a las necesidades de toda la población. La prevención de infartos no puede seguir siendo una cuestión de hombres. Es hora de derribar los sesgos de género en la medicina y construir una salud cardiaca inclusiva, donde mujeres y hombres reciban la atención que merecen.
Sigue leyendo:
| Patologización De Las Mujeres: Origen De La Palabra “Histérica”