¿Es posible celebrar un hito económico sin olvidar las desigualdades que persisten detrás? El reciente récord de ingresos en el deporte femenino ha sido catalogado como un avance significativo. Sin embargo, los números millonarios también exponen contrastes que no podemos ignorar. Acompáñanos a explorar qué hay detrás del crecimiento de ingresos del deporte femenino y por qué este fenómeno va más allá de lo económico.

El deporte femenino vive un momento histórico. Según proyecciones recientes, se espera que los ingresos del deporte femenino alcancen los 2.350 millones de dólares en 2025, lo que representa un crecimiento del 25 por ciento respecto al 2024 y un aumento del 240 por ciento en comparación con 2022.
- Este avance se explica por varios factores combinados:
- Diversificación de ingresos: Se ha expandido la venta de entradas, los derechos de transmisión, el merchandising y los patrocinios, haciendo del deporte femenino un producto más atractivo comercialmente.
- Eventos internacionales: Competiciones como la Copa Mundial Femenina de Rugby o el Mundial de Fútbol Femenino 2027 han aumentado la visibilidad del deporte practicado por mujeres.
- Estrellas emergentes: Atletas como Caitlin Clark y Angel Reese han sido claves en el crecimiento de la audiencia y en la inversión en instalaciones deportivas.
Ingresos del deporte femenino: El lado invisible del éxito
Aunque el crecimiento económico es innegable, aún persisten brechas de género en la industria deportiva. El caso de Caitlin Clark es ilustrativo: a pesar de su popularidad y rendimiento, su salario inicial en la WNBA es de apenas 76 mil quinientos dólares, mientras que su contraparte masculina, Victor Wembanyama, recibe más de 12 millones de dólares.
Este contraste revela que, si bien el mercado empieza a valorar el talento femenino, las estructuras salariales y contractuales siguen profundamente desiguales.
¿Qué significa este récord para la equidad de género?
Según un informe de Deloitte, el atractivo comercial del deporte femenino nunca había sido tan alto. Y si bien eso es positivo, no basta con que los ingresos del deporte femenino crezcan. La verdadera transformación llegará cuando el crecimiento de dichos ingresos se traduzca en mejores condiciones laborales, sueldos dignos y representación justa para las mujeres en todas las áreas del deporte.
El récord de ingresos del deporte femenino marca un punto de inflexión. Es un logro que debe ser celebrado, pero también cuestionado. No solo se trata de cuánto dinero se genera, sino de quién se beneficia y en qué condiciones. Este momento histórico es una oportunidad para seguir exigiendo políticas deportivas con enfoque de género y avanzar hacia una verdadera justicia económica en el deporte.
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