¿Puede un mismo protocolo de salud ocupacional proteger igual a todas las personas? La respuesta es no. Las diferencias de género impactan en la forma en que se viven los riesgos laborales. Sin embargo, la mayoría de las políticas públicas aún no las reconocen. ¿Qué implica esta omisión? Te lo explicamos a continuación.

La salud ocupacional, también llamada medicina del trabajo, busca prevenir enfermedades y accidentes derivados de la actividad laboral, promoviendo el bienestar físico, mental y social de las y los trabajadores. Sin embargo, históricamente ha estado basada en un modelo masculino, ignorando las diferencias biológicas y sociales entre mujeres y hombres.
Un informe de 2022 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que los riesgos laborales afectan de forma distinta según el género. Las mujeres, por ejemplo, son más propensas a sufrir trastornos musculoesqueléticos por posturas forzadas o trabajo repetitivo en sectores como el cuidado y la industria textil.
¿Cómo impacta la falta de perspectiva de género en la salud laboral?
Ignorar el género en las políticas de salud ocupacional tiene efectos concretos:
- Invisibilización de riesgos: Actividades donde predominan mujeres, como el trabajo de cuidados, suelen ser consideradas de «bajo riesgo», aunque generan altos niveles de estrés y desgaste físico.
- Equipos de protección inadecuados: La falta de adaptación de los equipos a diferentes tipos de cuerpo incrementa accidentes y enfermedades.
- Desigualdad en la atención médica laboral: Muchas enfermedades ocupacionales específicas de mujeres no están reconocidas en los listados oficiales de enfermedades de trabajo.
La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) también advierte que los trastornos mentales derivados del acoso y la violencia laboral afectan en mayor proporción a las mujeres.
¿Qué avances se están dando en la salud ocupacional?
Aunque el camino es lento, hay iniciativas importantes:
- Canadá y Suecia han incorporado evaluaciones de riesgo con perspectiva de género en sus sistemas de medicina del trabajo.
- La OIT recomienda que todas las inspecciones laborales consideren diferencias de género para detectar riesgos invisibles.
Además, organismos como ONU Mujeres impulsan programas para integrar políticas de cuidado de la salud específicas para trabajadoras de sectores históricamente invisibilizados.
Incluir la perspectiva de género en la salud ocupacional no es un «plus»; es indispensable para garantizar una verdadera protección laboral. Sin esta mirada, las políticas públicas seguirán reproduciendo desigualdades en vez de corregirlas. La transformación empieza reconociendo que mujeres y hombres enfrentan riesgos diferentes, y por tanto, necesitan respuestas específicas.
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