La sororidad en la vida diaria es más que una palabra. Seguro has escuchado el término. Pero ¿cómo se vive en lo cotidiano? Más allá de una definición teórica, esta solidaridad femenina se manifiesta en pequeñas acciones que tienen un gran impacto. Aquí te contamos ejemplos concretos que demuestran cómo la lealtad entre mujeres y las redes de apoyo pueden transformar nuestra realidad.

La sororidad es la unión y el respaldo entre mujeres para enfrentar la discriminación y la violencia de género. Proviene del latín «soror», que significa «hermana», y se basa en el reconocimiento mutuo, el respeto y el apoyo. Este concepto es clave para lograr una sociedad más equitativa, pues fortalece la colaboración y fomenta el empoderamiento femenino.
Ejemplos de sororidad en la vida cotidiana
1. Apoyar a una compañera en el trabajo. Cuando una mujer respalda la voz de otra en una reunión, la recomienda para una oportunidad laboral o le advierte sobre prácticas injustas, está ejerciendo solidaridad entre mujeres. Crear espacios de crecimiento para todas es clave para derribar barreras en el ámbito profesional.
2. Acompañar a una amiga en momentos difíciles. Desde acompañar a una amiga a una cita médica hasta ofrecer apoyo emocional tras una ruptura, la lealtad y solidaridad femenina se refleja en estar presente cuando más se necesita. La lealtad entre mujeres se fortalece cuando brindamos escucha y comprensión sin juicios.
3. Compartir información sobre derechos y oportunidades. Difundir información sobre leyes que protegen a las mujeres, talleres de formación o recursos de ayuda es una manera efectiva de generar redes de apoyo. Cuanta más información tengan las mujeres, más fuertes serán frente a la desigualdad.
4. Defender a otra mujer en situaciones de acoso. Si presencias un acto de acoso callejero y decides intervenir de forma segura, ya sea distrayendo al agresor o acompañando a la víctima, estás ejerciendo solidaridad femenina. Actuar con empatía y solidaridad puede marcar la diferencia para alguien en peligro.
La sororidad transforma realidades
Ejercer esta solidaridad entre mujeres no requiere grandes gestos; está en las pequeñas acciones del día a día. Fortalecer la solidaridad femenina nos permite construir un mundo más justo, donde las redes de apoyo sean el sostén de una sociedad más equitativa. Sin embargo, el debate sobre la solidaridad femenina también nos invita a reflexionar sobre su carácter inclusivo o selectivo.
Algunas críticas señalan que puede volverse selectiva, excluyendo a mujeres que no comparten ciertas ideologías o que pertenecen a grupos marginados dentro del feminismo. Esta exclusión perpetúa sistemas de opresión como el racismo y el clasismo, contradiciendo los principios de justicia social que buscamos promover. Por eso, debemos recordar que la verdadera sororidad es inclusiva, crítica y reflexiva, celebrando la diversidad de experiencias y promoviendo el diálogo y el respeto, incluso en la disidencia. ¿Cuál de estos ejemplos has vivido o presenciado? Comparte tu experiencia y sigamos construyendo juntas.
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