¿El teletrabajo vino a mejorar la vida de las mujeres o terminó aumentando su carga invisible? Esta pregunta sigue abierta, especialmente cuando analizamos los datos sobre salud mental y el impacto del trabajo remoto en las dinámicas de género. En este artículo te contamos por qué el home office no siempre significa más equilibrio, y qué desafíos persisten.

La pandemia de COVID-19 impulsó un crecimiento sin precedentes del teletrabajo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 23 por ciento de la fuerza laboral mundial trabajó desde casa en los meses más críticos de la crisis sanitaria.
Si bien la flexibilidad del trabajo remoto permitió continuar con la actividad económica, también trasladó las responsabilidades laborales al espacio doméstico, donde históricamente las mujeres ya cargaban con la mayor parte del trabajo no remunerado.
Impacto del home office en la salud mental de las mujeres
Los datos muestran que el home office ha tenido un impacto desigual:
- Sobrecarga laboral y doméstica: Un estudio de ONU Mujeres reveló que, durante la pandemia, las mujeres dedicaron un 30 por ciento más de tiempo a tareas de cuidado en comparación con los hombres.
- Aumento de problemas de salud mental: «The Lancet» en 2022 publicó que las mujeres que trabajaban de forma remota reportaron mayores niveles de ansiedad, estrés y síntomas de agotamiento que sus pares varones.
- Difuminación de los límites entre trabajo y vida personal: Sin horarios claros, muchas mujeres terminan extendiendo su jornada laboral, afectando su bienestar físico y emocional.
¿Qué factores profundizan la desigualdad en el teletrabajo?
El trabajo remoto no tiene el mismo efecto para todas las personas:
- Condiciones de vivienda: Muchas mujeres trabajan en espacios no adecuados, sin privacidad ni recursos tecnológicos suficientes.
- Segmentación laboral: Sectores feminizados como la educación, los cuidados y la atención al cliente presentan modalidades de home office con menor autonomía y alta exigencia emocional.
- Falta de políticas de conciliación: Son pocas las empresas que implementan medidas para equilibrar la vida laboral y familiar en contextos de teletrabajo.
El teletrabajo tiene un enorme potencial para mejorar la calidad de vida laboral, pero sin políticas públicas y corporativas que integren la perspectiva de género, corre el riesgo de profundizar la desigualdad y deteriorar la salud mental de las mujeres. Repensar el home office con un enfoque feminista es clave para construir entornos laborales más justos y sostenibles.
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