¿Alguna vez te has sentido presionada para cumplir con los estándares de belleza impuestos por la sociedad? Quizás has pensado que para ser “bella” es necesario seguir reglas estrictas que, muchas veces, te hacen sentir insatisfecha con tu cuerpo.

La belleza, tradicionalmente, ha estado vinculada a la apariencia externa, a cómo se ve nuestro cuerpo en comparación con ciertos estándares. Estos estándares, establecidos históricamente por el patriarcado, han creado una definición unívoca de lo que es «hermoso» y lo que no lo es, a menudo llevando a las mujeres a una constante lucha por alcanzar un ideal inalcanzable. El feminismo propone una visión diferente: la belleza no debe ser un sinónimo de sacrificio ni de sufrimiento, sino una expresión auténtica de cada individuo.
El autocuidado es una práctica que, desde el feminismo, se ha redefinido más allá de los productos cosméticos o las rutinas de belleza convencionales. En lugar de ver el cuidado de uno mismo como una obligación para cumplir con los cánones de belleza patriarcales, el feminismo lo presenta como un acto de amor propio. Es un espacio donde cada persona puede decidir lo que le hace bien, sin la necesidad de complacer a nadie más.
El autocuidado como resistencia
El acto de cuidar nuestro cuerpo de forma consciente y respetuosa es también un acto de resistencia frente a los estándares impuestos. La belleza no debe ser un camino de sacrificio físico o emocional, sino una elección personal. ¿Qué es más bello que sentirte cómoda en tu piel y ser fiel a ti misma? El feminismo invita a cuestionar los cánones de belleza que nos dicen qué debemos hacer, pensar y sentir para ser “aceptadas” en la sociedad.
Vivimos en una sociedad donde la apariencia parece ser lo más importante, y los estándares de belleza juegan un papel fundamental en cómo nos valoramos. Sin embargo, al tomar una perspectiva feminista, podemos entender que la verdadera belleza no está en un cuerpo ajustado a medidas específicas, sino en la aceptación de nuestra propia esencia. Dejar de lado los cánones de belleza impuestos permite liberarnos de la presión constante y adoptar un enfoque de autocuidado que nos reconozca como seres completos, más allá de la apariencia física.
La belleza es una elección, no una obligación
El feminismo nos ofrece una manera radicalmente diferente de entender la belleza, libre de los sacrificios y expectativas patriarcales. La belleza, entendida desde una perspectiva feminista, se convierte en un acto de autocuidado, autenticidad y amor propio. Al liberarnos de los cánones de belleza impuestos, nos damos permiso para ser nosotras mismas, y en ese acto, encontramos la verdadera belleza: la que no requiere sacrificios, sino solo aceptación.
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