¿Por qué todavía escuchamos frases como “los niños no bailan ballet” o “esa danza no es para niñas”? Aunque vivimos en un contexto de avances por la igualdad, los estereotipos de género siguen marcando la forma en que criamos, incluso en actividades artísticas como la danza. A continuación, desglosamos cómo estos prejuicios se instalan desde la infancia, limitan las posibilidades de niñas y niños, y cómo una crianza equitativa y respetuosa puede abrir nuevas posibilidades.

Los estereotipos de género son ideas preconcebidas sobre lo que se espera de una persona según su sexo asignado al nacer. Desde edades muy tempranas, a las niñas se les asocia con la delicadeza y la belleza, mientras que a los niños se les exige fuerza, firmeza y valentía.
En el contexto de la danza, esto se traduce en prácticas de exclusión o burla hacia los niños que quieren practicar danza. Según un informe de la UNICEF de 2021, esto se manifiesta especialmente en el caso de la clásica o contemporánea, y en la exigencia a las niñas de encajar en roles de “princesas” o bailarinas estéticamente normadas.
Estas creencias limitan la libre expresión corporal y afectan el desarrollo emocional. Además, perpetúan desigualdades al reforzar la idea de que algunas disciplinas son “naturales” para un sexo y no para otro.
Estereotipos de género en la danza: ¿quién decide cómo se debe mover un cuerpo?
En escuelas de danza infantil, es común observar una división de roles desde el vestuario hasta las coreografías. Los niños suelen ser incentivados a interpretar personajes fuertes o dominantes, mientras las niñas son figuras decorativas. Esta segmentación no sólo empobrece la experiencia artística, sino que también transmite un mensaje limitante sobre quién puede hacer qué.
La presencia de estereotipos de género en la danza infantil no es una cuestión superficial: está directamente ligada a modelos de crianza que no reconocen la diversidad y la autonomía de cada niño o niña.
Crianza equitativa: claves para romper los estereotipos
Una crianza respetuosa y equitativa promueve la libertad de expresión, la curiosidad y la igualdad de oportunidades. Esto implica permitir que niñas y niños participen en actividades sin prejuicios, validar sus elecciones y cuestionar activamente los discursos que excluyen.
Al elegir una actividad como la danza, madres, padres y cuidadores pueden hacer preguntas clave:
- ¿Qué valores se refuerzan en esta escuela?
- ¿Hay libertad para que niñas y niños se expresen fuera de los roles tradicionales?
La danza puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo integral de niñas y niños, pero solo si se les permite moverse desde su autenticidad, no desde los moldes impuestos. Cuestionar los estereotipos de género en la infancia no es una tendencia, es una responsabilidad. Romper con estas ideas es darles alas desde el primer paso.
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