¿Sabías que tu rendimiento físico puede mejorar si adaptas tu entrenamiento a tu ciclo menstrual? Muchas personas menstruantes han crecido con la idea de que “durante la regla es mejor no hacer ejercicio”, pero la ciencia dice lo contrario. Aprender a entrenar en sintonía con tu cuerpo no solo es posible, sino recomendable. Esta guía te explica cómo hacerlo de manera informada y respetuosa, desde una mirada feminista y con respaldo científico.

El ejercicio con ciclo menstrual es un enfoque que adapta la actividad física según las distintas fases hormonales del mes. El cuerpo de una persona menstruante no funciona igual todos los días, y reconocer eso es fundamental para evitar frustraciones, prevenir lesiones y mejorar el rendimiento.
Según el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG), el ciclo menstrual tiene cuatro fases: menstrual, folicular, ovulatoria y lútea. Cada una presenta cambios hormonales que influyen en la energía, el estado de ánimo y la fuerza muscular.
Ejercicio con ciclo menstrual: menos presión, más conexión
Durante la fase menstrual (días 1-5), los niveles de estrógeno y progesterona están bajos. Es común sentir fatiga, sensibilidad abdominal o emocional. Pero eso no significa que debas detenerte completamente. Un estudio de 2020 del British Journal of Sports Medicine encontró que el movimiento suave —como caminar, yoga o estiramientos— puede reducir los cólicos y mejorar el ánimo.
Adaptar tu ejercicio con ciclo menstrual no es una señal de debilidad, sino de escucha corporal. Evita rutinas extenuantes y opta por movimientos que se sientan amables y sostenibles.
¿Qué tipo de ejercicio hacer durante el periodo?
Durante la fase folicular (días 6-14), el cuerpo gana fuerza y energía gracias al aumento de estrógeno. Es un buen momento para entrenamientos más intensos como fuerza, HIIT o cardio. La fase ovulatoria (día 14 aprox.) es ideal para trabajo explosivo o de velocidad. Por último, la fase lútea (días 15-28) puede venir con hinchazón o irritabilidad. Aquí, las rutinas moderadas como pilates o natación pueden ayudar a sostener la actividad sin exigir de más.
Practicar ejercicio durante el periodo con enfoque cíclico permite aceptar que el cuerpo cambia, y que adaptarse a esos cambios es una forma de autocuidado.
Entrenar con perspectiva de género también es salud
La mayoría de los planes de entrenamiento tradicionales no consideran los ciclos hormonales porque fueron diseñados para cuerpos masculinos. Incorporar la perspectiva de género en el deporte y la salud es clave para democratizar el acceso al bienestar y evitar estigmas que históricamente han limitado a las mujeres y personas menstruantes.
Escuchar tu cuerpo, adaptar tu entrenamiento y romper con el mito de “aguantar todo el tiempo” es también una forma de resistencia feminista. Conocer tu ciclo no solo mejora tu rendimiento: te reconecta con tu cuerpo y tus ritmos. Y eso —también en el ejercicio— es revolucionario.
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